• Diario Digital | martes, 16 de abril de 2024
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La izmierda

Douglas Farah y Caitlyn Yates de la NDU de Washington escribieron un informe que relata que el robo al pueblo venezolano hecho a través de la iniciativa ALBA en 11 países terminó lavando $28,000 millones. De estos, $1,100 millones fueron prestados por ALBA petróleos de El Salvador a 8 compañías panameñas que igualmente eran controladas por afines a la izquierda salvadoreña, este dinero terminó en bancos de las Islas Vírgenes Británicas; Caimán; Belice, Suiza y Rusia. Sigfrido Reyes no es más que la punta del iceberg de otros reputados testaferros que se prestaron a crear empresas de papel para lavar dinero.

No se vive de la política se vive para la política. Esa es la diferencia entre los buenos y malos políticos. Con el caso de Sigfrido Reyes, los últimos 30 años han quedado evidenciados como décadas de malos políticos. Porque aunque se alegue que dentro del tinglado salvadoreño hubieron buenas personas participando dentro de los dos ex grandes partidos mayoritarios tampoco se puede negar que peor que los actos de corrupción de los políticos malos fueron el silencio o consentimiento que los políticos buenos dieron a esos ladrones que jurando cumplir las leyes con su mano alzada robaron descaradamente a una nación pobre y enferma como la nuestra.

¿Y el FMLN de Oscar Ortiz? pues ha descubierto que un incendio se apaga con fuego y una inundación se detiene con agua. Al acusar al sistema de persecución política obvian que esta ocurre en la Nicaragua de los Ortega-Murillo o en la Venezuela del madurismo y que perseguir políticos corruptos no es violentar los derechos políticos de nadie. Contrario sensu ellos han terminado (no solo asesinando como hemos sabido en detalle recientemente con el caso Mayo-Sibrian) sino traicionando a los muchos heroicos jóvenes estudiantes y campesinos que murieron bajo el régimen militar desde Maximiliano Hernández Martínez hasta Carlos Humberto Romero. Así de grave es la traición al pueblo y que bueno que nunca triunfó su revolución.

Al hombre superior nunca se le conocerá por pequeños asuntos (corrupción) porque estará ocupado con las grandes preocupaciones. Por contrario al hombre inferior siempre se le conocerá por los pequeños asuntos. Los robos de la izquierda salvadoreña se produjeron por una sencilla razón, cayeron en la trampa que les dejó ARENA: de que triunfar en la vida es acumular dinero y, que, quien no hace dinero no puede ser feliz. Y no se trata de ir en contra de la mística del trabajo, esfuerzo, ahorro que legítimamente puede otorgar riqueza sino de seducirse por esa verdad que camina por los corrillos políticos de que la corrupción es la manera más rápida para llegar a la felicidad y de que quien no lo haga es tonto. Sigfrido Reyes por un tiempo pensó que los tontos éramos nosotros, los ciudadanos y, calculó que lavar dinero y traficar influencias desde la burbuja del poder eran validas para los revolucionarios que sobrevivieron a la guerra civil. Pero las burbujas estallan.

Corolario:

La política no se arregla con dinero. Se arregla con pasión. El dinero empareja barrancos también puede pagar cirugías plásticas pero nunca cambiará la realidad nacional, la de los pobres, la de la mayoría.

Por eso un representante del pueblo debe vivir como vive la mayoría de esas gentes que representa o luchar para que este pueblo no tenga carencias. Esa es la esencia de una república democrática que sustentará sus decisiones por mayoría. Quizá tener una izquierda como la salvadoreña explica mejor el voto popular los 20 años de ARENA: que mejor nos gobernara una minoría que ya sabemos como son y, no, un FMLN infantil que luego se transforma en lo que siempre criticó.

Parafraseando a Lao Tsé para un epitafio del FMLN: el hombre vulgar cuando empieza una gran obra siempre la echa a perder por su corrupción.