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La marca país: lo que el mundo piensa de El Salvador

La marca país: lo que el mundo piensa de El Salvador

Los Rohingyas son una etnia musulmana demás de un millón de personas en Myanmar. Esta nación de mayoría budista gobernada antes por una dictadura militar se negó a reconocerlos como ciudadanos birmanos.

El caso de los Rohingyas cobra relevancia actual y acrecienta la indignación internacional porque ahora la premio nobel de la Paz Aung San Suu Kyi es tetra-ministra en el gobierno haciendo que con semejante poder sea la presidenta de facto en Myanmar.

Hasta la fecha han sido asesinados 400 miembros de esta etnia y han obligado –por ahora- a desplazarse a 200,000 hacia Bangladesh. Esto coloca ya este conflicto en uno étnico, cultural y religioso. Por vez primera he escuchado las palabras: extremistas y budismo juntas. Esto porque los genocidas son de creencia budista.

Pesar de la condena internacional contra Myanmar el gobierno sostiene que se exagera y se distorsiona las acciones del ejército contra los Rohingyas a quienes acusa de terroristas. Continúa negándose a reconocerles la ciudadanía birmana.

¿La marca país birmana? una premio nobel de la Paz avalando un etnocidio.

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¿Qué se dice sobre El Salvador en el mundo? Lo primero es que nuestro nombre internacional es Salvador, no El Salvador y eso es porque casi nadie sabe que existimos. Y explicar que somos de América Central quienes lo escuchan asocia a los Estados centrales de Estados Unidos.

Funciona mejor decir que somos de Latinoamérica. Pero incluso, esa región que si es muy conocida en el planeta y que, podría pensarse sabrían que existe El Salvador resulta ser más conocida Natalia Oreiro que nuestro país.

Sin embargo el dato más antiguo que nuestro país registra se intentó lanzar al mundo la marca salvadoreña fue con el Libro Azul.

Mandado hacer entre 1912-1916 en inglés y español por el presidente Carlos Meléndez buscaba promover la inversión en nuestro país. A su manera y teniendo en cuenta la cosmovisión de la época podemos decir que fue un esfuerzo decente.

Luego en 1932 y sin premio nobel de la Paz el general Maximiliano Hernández Martínez nos colocará en la palestra internacional por haber perpetrado el primer etnocidio del siglo XX en el continente. Nada que envidiar a Myanmar.

Pero no solo, El Salvador saltó a la literatura mundial por medio de la pluma de Ryszard Kapuscinski, donde escribe cosas como estas: Lo que más me aterraba era caer en manos de los salvadoreños. Que no habrían vacilado ni un segundo en matarme. El salvadoreño era un ejército cruel, cegado por su fatuidad, que en la locura de la guerra fusilaba a todo aquel que cayera en sus manos”. La Guerra del Futbol, 1969.

Luego vendría la guerra civil, la declaración franco-mexicana sobre el conflicto y como este dejó una producción audiovisual importante nunca vista por la comunidad internacional sobre nosotros.

Famosos los documentales de Guillermo Escalón y desde luego creó una figura cinematográfica nacional por excelencia: Oscar Romero. Pero ya sabemos de qué va esa historia así como que nunca le termina de gustar a una parte importante y poderosa del país.

Ahora bien el ciudadano promedio del mundo es malo en geografía. No solo es culpa del Ministerio de Turismo o Exteriores que no sepan quienes somos. Además la política turística de la dictadura militar por casi un siglo fue por excelencia hacer al país «ojo de hormiga».

La lógica era que entre menos el mundo supiera de nosotros menos vendrían a joder organismos internacionales con sus ideas sobre democracia, Derechos Humanos y pluralismo. Se potenció más el turismo nacional que una marca país que obligara a mejorar (educar y tecnificar) la mano de obra salvadoreña y desde luego se evitaba exponer al salvadoreño a las costumbres degeneradas de los europeos y norte americanos que serían los potenciales turistas que llegarían.

En la actualidad puedo mencionar tres ejemplos con que se ha ido construyendo la marca país salvadoreña a nivel global: la exposición de Isabel Muñoz en Casa de las Américas en Madrid en 2007 llamada: Maras, cultura de la violencia; el Oso salvadoreño en Bebelplatz, Berlín, para el mundial de futbol 2006 y, finalmente el documental «la vida loca» de Cristian Poveda de 2009. Dichos eventos han tenido mayor repercusión que cualquier participación de MITUR en ferias mundiales de turismo.

Corolario:

Si un experto en marketing turístico atendiera la pregunta de cualquier gobierno sea Myanmar o El Salvador ¿cómo cambiar la imagen de violento, agresivo, hostil, intolerante y de matonería de su país?

Y este recomendara hacer un listado de gente que muestre al mundo que a pesar de las adversidades y constantes obstáculos en una sociedad que privilegia los valores del mito y la magia y menosprecia los de la razón y lógica e incluyera a alguien de la comunidad LGBTI para denostar un poco nuestro habitual odio a lo diferente, que a pesar de ser una sociedad cuyas elites desprecian a los pobres, que a pesar de eso aún sigue vivo y puede trabajar de lo que le gusta y para lo que sirve, pues a mí, no me ofendería.

Yo prefiero ese listado de salvadoreños dando la vuelta al mundo a que nos identifiquen – como exhibió Discovery chanel o acusó Donald Trump- con la pandilla más peligrosa del planeta.

Eso es lo que hay. Y para bien o para mal recuerden: no descendemos de los escandinavos-germanos-anglos sino del mestizaje indígena-africano que no es poco.