• Diario Digital | lunes, 18 de marzo de 2024
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¿A quién debe elegir ARENA?

¿A quién debe elegir ARENA?

Cuando en historia se analiza por qué EE.UU. o Canadá han alcanzado mejor desarrollo que las colonias españolas en territorios igualmente ricos es imposible no notar la forma en que los peregrinos británicos al fundar la colonia de Plymouth lo hicieron como un lugar para vivir. Deseaban crear una nueva nación.

Los colonizadores españoles contrario llegaron buscando riqueza, fama y poder para regresar a la metrópoli. Incluso Cristóbal Colón murió sin comprender que había descubierto.

Estas mentalidades formaran para fortuna o desgracia la estirpe gobernante y gobernada en América. Y es importante distinguirla para definir el nacionalismo de estas latitudes.

Herederos del aventurerismo español existe una elite latinoamericana que considera importante más que nacer en sus países donde se origina su riqueza, nacer en EE.UU. para después regresar al trópico con las prerrogativas que conlleva el pasaporte yanqui.

Los pobres (a los que ARENA/FMLN en 30 años nunca permitieron votar desde el extranjero) al contrario huyendo de la miseria o peligro emigran hacia EE.UU. a ser ciudadanos indeseables con pasaporte made in shithole.

Tirados al debate estéril ¿Qué es más apremiante en la cosmovisión latinoamericana, qué su presidente sea graduado de una universidad o qué haya nacido en el territorio que pretende gobernar?

¿Infiero que Carlos Calleja tiene impedimento legal para ser candidato a presidente de El Salvador? No. Pero vista la partida de nacimiento que Carlos Cañas Dinarte hizo pública se deduce fácilmente el procedimiento que la ley otorga y que muchos salvo-estadounidenses han utilizado: nacer en EE.UU. y asentarse en El Salvador vía apoderado legal.

La historia –me facilita- un ejemplo de lo que infiero: ¿Por qué es emocionalmente vital si se desea ser presidente haber nacido en el territorio?: en 1855 llegó a Nicaragua junto a varios forasteros William Walker, todos filibusteros, todos estadounidenses.

Legalmente se nacionalizó. Compró Nicaragua y se hizo presidente. Amplió sus pretensiones: unificar bajo su mando Centroamérica. Los hondureños (con el aval de toda la región en pie de guerra) terminaron fusilándolo en Trujillo.

Estos hechos son la génesis del nacionalismo en América Latina. De allí que el presidente de nuestras naciones como mínimo deba haber nacido en el país que desea gobernar.

El punto es, ¿qué garantía de sensibilidad social puede darnos un candidato que habla mejor en ingles que español? ¿Por qué unos padres –naturalizados salvadoreños- deciden que una nacionalidad (EE.UU.) prevalezca sobre otra (salvadoreña) en el hijo pudiéndola tramitar a posteriori? ¿No es igual a la crítica que desde la derecha se hace al presidente Sánchez Cerén que prefiera tratarse su misteriosa enfermedad en Cuba y no en el ISSS? Es decir el menosprecio a este paisito.

ARENA o entiende que para gobernar deberá convencer a los salvadoreños que lo hará con humanidad (lo que pasa por presentar un candidato nacido aquí) o debe asumir que la imagen de dominar con soberbia que caracteriza a la derecha (el boicot que desde el apparátchik arenero se hizo a Javier Simán) le impedirá ganar a corto plazo el GOES.

Corolario:

No se confundan. El artículo no trata de xenofobia. Mi padre, inmigrante llegó a El Salvador y decidió vivir, trabajar y morir en San Miguel. Mi madre, al contrario, emigró a EE.UU. y ahora es estadounidense. Trata de ética.   

En la pos verdad la ética no importa. Es cierto. Por eso ARENA decidirá por popularidad (que no es igual a popular) al candidato que sus encuestas reflejan y, ese es, Carlos Calleja.

Luego entonces no se quejen cuando el pueblo salvadoreño en esa misma lógica escoja entre Nayib Bukele y Carlos Calleja al más popular (que no significa popularidad).

Si el 22 de abril Carlos Calleja gana no habrá sorpresa. Al contrario si aún contra la venia del COENA Javier Simán gana la elección no sería cuestionada por nadie y los callejistas caballerosamente aceptarían la evidente derrota. Pero si todo sucede como se espera, los partidarios de Simán quedarán con la sensación que ha prevalecido estos meses: la nula posibilidad de que el COENA deje de mecer la cuna.

No se hacen aliados poniéndoles zancadillas. Los simanistas llegada la elección en 2019 votarán por ARENA pero de eso a trabajar por Calleja en una ajustada segunda ronda electoral, con el olor a dados cargados en detrimento de su pre candidato, será pedirles mucho. Como sucedió siempre en ARENA cuando tuvo candidatos impuestos (Rodrigo Ávila) o autoimpuestos (Norman Quijano) se les olvido que todos somos números.