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China, violación de derechos humanos y el coronavirus

China, violación de derechos humanos y el coronavirus

El régimen de china comunista es una dictadura totalitaria. Controla todos los aspectos de las libertades individuales, incluidos quién habla, qué dicen y cuándo dicen algo. Esto hay que dejarlo claro antes de analizar la temática sobre esta dictadura, la institucionalizada violación de derechos humanos y el coronavirus- COVID19.

Las mascarillas del régimen chino

Cualquier información o declaración que salga de la China comunista no tiene validez sin verificación independiente de otros medios u organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional y es la gran ventaja de la dictadura china, pues comprobar la verdad o la mentira  bajo cualquier régimen dictatorial es muy difícil. Por eso al leer la declaración de que  "La epidemia de la nueva neumonía por coronavirus tuvo lugar en China en Wuhan... pero eso no significa que su origen esté en Wuhan",  expresada por el  Dr. Zhong Nanshan, líder de un aparato de expertos designados por China para afrontar  la crisis del COVID19, nos deja claro que el régimen comunista busca tratar de  de quitarse su responsabilidad histórica de esta crisis mundial.

Estas declaraciones se dan en un momento que China tiene una disminución de la pandemia y una confrontación con el gobierno de EEUU  por acusaciones conspirativas lanzadas por el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Zhao Lijian. Lijian dijo en un tuit que EEUU carecía de transparencia y atribuyó a militares estadounidenses de llevar el coronavirus a la ciudad de Wuhan. Una acción esperada  del régimen comunista chino para desviar la atención de su responsabilidad por la  diseminación  global de esta enfermedad.

Asimismo, el régimen chino ha comenzado a tratar de manipular la opinión pública con su mejor cara capitalista con el millonario Jack Ma, el hombre más rico en un país comunista, convertido en buen samaritano al donar millones  para el combate contra el virus. China ha sabido jugar bien en medio de la pestilencia del virus. Primero, vociferando con su megáfono propagandístico que sus recetas severas para frenar el COVID19 han funcionado internamente.  Después le ha tocado  llenar la fachada de  solidaridad usando a Jack Ma para tratar de mitigar la molestia mundial por la propagación del virus desde sus fronteras.

Pero el punto es que el brote masivo comenzó en Wuhan y, por ende,  la responsabilidad es del gobierno chino por no haber controlado de forma efectiva la propagación del COVID19 fuera de sus fronteras. Como anteriormente se señala, el gobierno chino fiscaliza todo lo que pasa en ese país a nivel de control  humano y no haber implementado un cierre total de salidas fue lo que propició el avance del coronavirus hacia otros países. En China, el estado es quien maneja todo los movimientos de sus ciudadanos por medio de cualquier forma de violación de derechos humanos ya sea esta la censura digital, el encarcelamiento de críticos, la amenaza, la falta de libertad de expresión y la persecución de la disidencia.

China lleva décadas efectuando  acciones de violación de derechos humanos como su política segracionista hacia las minorías musulmanas como es la etnia Uigur quienes según Amnistía Internacional: “En el último año se ha intensificado la campaña gubernamental de internamiento masivo, vigilancia intrusiva, adoctrinamiento político y asimilación cultural forzada contra las personas de etnias uigur y kazaja y los miembros de otros grupos étnicos de la región, en su mayoría musulmanes. La mayoría de las familias de las personas detenidas desconocen la suerte de sus seres queridos y a menudo tienen miedo de alzar la voz.”, se puede leer en portal de Internet  de dicha organización.

El régimen chino tiene un historial de ocultar la verdad de violaciones humanas  como fue en las purgas de Gran Revolución Cultural Proletaria (1966 hasta 1976), la ocupación del Tíbet y posterior represión  y el caso de la matanza en la Plaza  Tiananmen en 1989. Dichas acciones se pueden leer más a fondo el portal de Amnistía Internacional quien se ha encargado por años de exponer la verdad sobre la realidad social, política y de derechos humanos que ha vivido y viven los ciudadanos chinos.

El regreso a Orán y su peste

No hay culpables en el mar de la peste, así como no hay islas en ella, no obstante, sí existen responsabilidades. La realidad es que ahora todo el mundo está experimentando el pánico frente a una enfermedad que brotó como epidemia en China y que con toda la fuerza económica del gigante asiático,  ha dejado  miles de muertos y afectados. Así como, en la novela La peste de Albert Camus, la pestilencia que azotaba a la ciudad de Orán no es ya una ficción, es una realidad que dejará miles de muertos y daños psicológicos, sociales, económicos que afectarán a todos los países y  más a las naciones subdesarrolladas por años.

Mientras el gobierno de Xi Jinping trata de tapar la realidad con acusaciones conspirativas y relaciones públicas con sus caras menos represivas como Jack Ma su ineptitud para detener la salida de portadores del virus al mundo entero, las sociedades de otros países se enfrentan a una enfermedad que nace de las prácticas abusivas sobre la naturaleza misma.

“El mercado típico de China tiene frutas y verduras, cortes de res, cerdo y cordero, pollos enteros desplumados (con las cabezas y picos), así como cangrejos y peces vivos, que arrojan agua de las peceras motorizadas. Algunos mercados venden cosas más inusuales, como serpientes vivas, tortugas y cigarras, cuyos, ratas de bambú, tejones, erizos, nutrias, civetas de las palmeras e incluso lobeznos”.

“Los mercados son característicos de varias ciudades chinas, y  ahora, al menos por segunda vez en dos décadas, han sido la fuente de una epidemia que ha diseminado el miedo, agobiado a la burocracia del Partido Comunista y expuesto los riesgos epidemiológicos que pueden surgir en lugares donde convergen los humanos y la fauna silvestre”.

Esto lo redactó  el 27 de enero pasado Giulia Marchi, periodista del diario The New York Times.

Ya para esa  fecha, Gao Fu, director del Centro Nacional de Control y de Prevención de Enfermedades de China, había aceptado que había ventas ilegales de animales salvajes en dicho lugar, pero evitó confirmar que el brote de coronavirus  sea de origen animal.

La comercialización de carne procedente de estos animales, conjuntamente de contribuir a la ruina de hábitats, desarrolla  que los humanos tengan un contacto cada vez más directo  con los virus de los que son portadores y que se podrían  propagar rápidamente en nuestro mundo ultraconectado, explicó Peter Daszak, presidente de EcoHealth Alliance, institución especializada en la prevención de padecimientos infecciosos.

Esta cultura de abuso animal y consumo comestible es lo que  PETA -  Personas por el Trato Ético de los Animales -  analiza en un artículo publicado en su sitio web. Para PETA “Los expertos en salud pública creen que COVID-19 se originó en un "mercado húmedo" en China, donde los vendedores venden animales vivos y muertos para consumo humano. COVID-19 es similar a los brotes de SARS y MERS: los tres se propagan de animales a humanos.”

El poco control  de consumo de carne de animales salvajes por el régimen chino nos muestra  su cero interés por evitar esta práctica que ya había provocado la transmisión de enfermedades de origen animal a humanos. Esta es otra crítica que se puede realizar a la misma cultura china en sus hábitos de cero respeto hacia los animales, algo permitido por las autoridades de ese país .  Esto conlleva crecientes riesgos para la salud humana y que han llevado a que padecimientos como el coronavirus o el SARS se trasmitan.

¿El apocalipsis?

Más allá de en qué lugar exacto surgió el coranavirus-COVID19, la responsabilidad del régimen chino es clara desde su misma esencia autoritaria como la dictadura que es. La claridad de los hechos desde que comenzó el brote masivo hasta la fecha nos permita trazar un epicentro que es Wuhan. La poca transparencia de las acciones de las autoridades chinas con la aplicación de la censura hacia la prensa internacional y organizaciones  nos muestra como el tratamiento y la enfermedad puede ser criticada, ya que permitió que se propagara por el mundo entero.  No es un apocalipsis,  pero es el término semántico que más se acerca a la crisis global provocada por esta pestilencia que comprende desde la crisis de los sistemas de salud, el efecto social y económico y las falencias humanas que destapa en las sociedades.

Falencias humanas que quedan expuestas en conductas masivas como es vaciar los supermercados de forma convulsiva y el egoísmo mismo del ser humano a la hora de respetar las normas dictadas para detener o palear el avance de esta enfermedad.

El ser humano siempre le ha temido a la muerte y al dolor con justa razón. Son las pestes las que nos enseñan que podemos ser tan efímeros. Bajo la pestilencia y todo lo que abarca su hedor simbólico, el hombre cae en cuenta lo vulnerable que es frente a un virus.  ¿Cuándo terminará esta pandemia? Realmente no se sabe a ciencia cierta, pues las pestes siempre dejan su marca en la historia y el coronavirus dejará un sello enorme en la memoria social e histórica global en un mundo donde las verdaderas víctimas somos todos y no los gobiernos de los grandes imperios económicos.