• Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Compa, ¿me ayuda a maquillar a Putin?

Compa, ¿me ayuda a maquillar a Putin?

Maquillar una realidad no es complicado en la era de las redes sociales. Si tienes una buena cantidad de trolles fanáticos de izquierda, puedes convertir a un dictador en un superhombre ( Putin) de Marvel y a un país invadido ( Ucrania) en el culpable de estar pasando por una ocupación militar. Repetir las mentiras es esencial para posicionar los objetivos de la propaganda. Los creadores de los mensajes de la izquierda saben bien que muchos creen todo lo que leen sin reflexionar y más si usan la victimización ideológica que les ha servido por décadas como argumento para convertirse en los buenos de sus películas.

La estrategia principal es el uso de la teoría del empate. Es decir, legitimar de que toda acción de maldad por parte de Rusia y su presidente, se justifica por acciones de guerra anteriores que han sido del mismo nivel o peores. En este caso, conflictos militares de la OTAN y EE.UU.

“Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar”. Eso pensaba Joseph Goebbels al desarrollar el principio de la vulgarización, el cual se puede aplicar a la realidad actual donde masas con mínimos conocimientos comparten cualquier mentira en sus redes sociales , haciendo el menor “esfuerzo mental “ para comprender si dicho hecho es verdad o mentira.

Desde que Vladímir Putin inició su guerra contra Ucrania, la extrema izquierda cerró filas para legitimar su agresión militar. El campo de batalla son las redes sociales donde ejércitos de trolles con perfiles falsos y fanáticos reales de esa ideología están, minuto tras minuto, desinformando sobre lo que sucede en esa guerra, aplicando el principio de la vulgarización que los nazis usaron en sus campañas de propaganda.

La estrategia principal es el uso de la teoría del empate. Es decir, legitimar de que toda acción de maldad por parte de Rusia y su presidente, se justifica por acciones de guerra anteriores que han sido del mismo nivel o peores. En este caso, conflictos militares de la OTAN y EE.UU. Desde ese punto argumentativo , estos activistas pro-Putin crean más conspiraciones que los mismos antivacunas de la derecha.

Acusan a Ucrania de país casi nazi siendo que esto es una falsedad. Estos grupos de extrema derecha han tomado fuerza hace años en Europa y son grupos sin mayor peso. Solo para reunir algunos alienados para fotos en sus grupos de WhatsApp o noches de borracheras.

Podría decirse que hay más actividades de neonazis en Chile, Argentina, México, Rusia y EE.UU. en estos tiempos que en Alemania o Austria. “Desnazificación”, una mentira más de un líder sin credibilidad como es Vladímir Putin y su régimen para legitimar una ocupación militar.

La extrema izquierda siempre ha sido mediocre en sus razonamientos a la hora de justificar a los regímenes que admira o que son aliados de sus dictaduras como la de Venezuela, Nicaragua, Cuba, China, Corea del Norte e Irán, pero con Rusia han llegado al nivel más bajo tratando de maquillar a Putin y su ejército invasor.

Nadie que tenga una pizca de ética social y empatía puede legitimar una guerra con otras guerras, ni violaciones de derechos humanos con otras violaciones de derechos humanos. La banalización de la maldad es parte de los extremistas de la izquierda donde pueden justificar cualquier genocidio con la máscara de la victimización que han usado por décadas para armar sus discursos lastimeros.

El ejemplo más claro es la dictadura de Pinochet y otros regímenes militares de América Latina que son usados cada vez que grupos de conectados a su ideología hacen actos de violencia social sin justificación. Nadie niega los abusos cometidos ni quiere usar la teoría del empate para minimizar los actos indignos cometidos por esos dictadores; no obstante, usarlos cada vez que pueden para ganar puntos en su victimización eterna es muestra de una falta de discurso renovado y de defensa de los errores históricos que la izquierda arrastra desde hace décadas y todavía no pide las disculpas: Campos de muerte en Camboya por mencionar un hecho histórico puntual. Estos van desde dictaduras hasta grupos de perfil terrorista como en el caso de la ETA , IRA, FARC, FSLN, Hamas, Sendero Luminoso entre grupos que han realizado actos condenables por su extrema violencia contra civiles.

En este entorno, donde los extremismos tratan de ganar la guerra de la desinformación y “fake news”, los moderados y aquellos que poseen una visión fuera de las ideologías de odio, deben enfrentar a estos grupos. Obviamente los extremistas de izquierda te dirán “facho” o “nazi”, pues un blanqueador de Putin siempre usará el minimalismo racional para tratar de ser los buenos de su obtusa realidad . Hay que desmascarar a estos aliados de la dictadura rusa en las redes sociales pues desde estas plataformas es donde se construyen realidades falsas como parte de la guerra contra Ucrania y cualquiera otra nación que se oponga al imperialismo ruso.

«La guerra nunca es el camino, comunidad internacional debe garantizar la seguridad de los pueblos y Estados; y agotar todo el diálogo posible para frenar la escalada de violencia en Europa. ¡Nuevas amenazas y bloqueos económicos imperialistas, no ayudan a una solución real!» Y como ejemplo , un tweet del comunista chileno Daniel Jadue, quien deja claro el enfoque de la discurso del empate y victimización. «Bloqueos imperialistas» , escribe el líder comunista. Con esto le quita peso al tema de Ucrania y hace víctima al invasor, en este caso, Rusia y Putin.

Esta mentalidad es normal en la gente de la extrema izquierda. Es una total ofensa a las víctimas de la guerra en Ucrania, los miles de refugiados, la violación de derechos humanos y una legitimación de las relaciones internacionales basadas en la matonería nuclear. No se puede pedir mucho, desde el enfoque democrático, a comunistas y extremistas de izquierda quienes ahora se convierten en defensores de un régimen ruso aliado de las dictaduras de izquierda en América Latina. Dejemos que los comunistas internacionales y sus activistas en redes sigan tratando de blanquear y maquillar a Vladímir Putin como hacen constantemente con Nicolás Maduro. Aunque no les servirá de mucho pues solo demuestran el lado del que están los extremistas y no es lado de los derechos humanos, el humanismo y las democracias. Al fin de cuenta, para la izquierda radical, la democracia es una dictadura estilo Putin o Maduro.