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“Hombres, los odio” ¿El nuevo slogan del feminismo?

“Hombres, los odio” ¿El nuevo slogan del feminismo?

La ira es indispensable para el feminismo. También la victimización frente a la crítica, el egocentrismo de su supuesto intelectualismo que según este grupo se debe imponer por la fuerza frente al racionamiento realmente diverso del conocimiento crítico y autocrítico y la deslegitimación hacia cualquier postura nacida desde los heterosexuales. Desde su enfoque fanático los heterosexuales (hombres y mujeres) nos debemos quedar calladitos mientras estos grupos sectarios cada día van convirtiéndose más en una expresión viva de la alienación de las extremas. Debemos decir: Oye, sí claro, está bien que nos odien y fomenten apologías de violencia en sus manifestaciones, canciones difamadoras y escritos sin rigor científico o metodológico. 

Enfrentar a estos grupos, los cuales ahora se amparan en la impunidad de género de lo políticamente correcto y de organizaciones que tildan cualquier cuestionamiento como misoginia, machismo y violencia de género y “mansplaining”, es todo un reto. En lo personal, no me gusta que ningún grupo fanático, ya sean feministas, fascistas, comunistas, antivacunas, neonazis o cualquiera grupo ligado a la ofensiva de los enajenados, que estos tiempos se sienten con el derecho de venir a exponer todo su odio con total impunidad, vengan a decirme como pensar, como actuar y colgarme un adjetivo desde su ignorancia y fanatismo.  Eso sí, un machista misógino de extrema derecha si escribiera un libro diciendo “Mujeres, las odio”, sería inmediatamente condenado al ostracismo y con toda razón. No obstante…  

Si creías que las líricas llenas de generalizaciones de “un violador en tu camino”, himno de odio creado por una célula extremista llamada Las Tesis contra los hombres, acusándolos a todos de violadores y, por ende, de delincuentes, eran incómodas y de alto contenido de misandria, pues prepárate que llega la fresa en el pastel.  Cabalgando como una amazona feminista lesbo-bi, surge de las profundidades del fanatismo ideológico:  Paulin Harmange.    

Pero antes de abordar los comentarios vertidos a diversos medios sobre su visión sobre los hombres de tan ilustre personaje del fanatismo feminista actual, debo contar unas pequeñas experiencias relacionada al tema. 

1.Porque eres hombre 

Solo recuerdo el año. Era 2018.  Caminaba por la avenida Pedro de Valdivia y antes de llegar a avenida Grecia, vi unas sillas apiladas en un portón. Me encantan las imágenes de Santiago, cuando surge algo con atractivo visual lo fotografío. Continué por la vereda y pude observar que era una “toma” feminista. Un instituto de estudios había sido tomado por un grupo de supuestas estudiantes y eso significa que ningún otro estudiante puede entrar a las instalaciones, y menos los funcionarios. Seguí sacando fotos a las pancartas con frases que generalizan como “Peligro acosadores” y, en eso, alguien me toma por el hombro.

Era una activista feminista que tenían vigilando la zona de guerra, pensé. Con el pelo pintado de rojo, botas militares y una estrella roja en su chaqueta, me recordó a un punk o cualquier moda anarquista de los ochenta. Ella me dijo: “No puedes tomar fotos”. Me sorprendió la prohibición y más cuando no viene de un cuerpo represivo del Estado ¿Por qué no puedo?, pregunté. Porque eres hombre, me gritó y salió caminando con rapidez hacia otro lado. En verdad el chiste se cuenta solo y parece que la intolerancia se disfraza de cualquier ideología en estos tiempos.

Pensé ponerme a discutir con esta persona intolerante y recordé a Voltaire “cuando el fanatismo ha gangrenado el cerebro la enfermedad es casi incurable”. Y como no estoy acostumbrado a recibir órdenes de nadie que no tenga el monopolio legítimo del uso de la violencia -pensando en Max Weber- tomé todas las fotos que me dio la regalada gana.

Posteriormente, reflexioné que para bien o para mal, durante la vida se da la oportunidad de conocer a diferentes personas en diversos entornos sociales. Se nos dice que hay que ser tolerante con las visiones de mundo, que en muchos casos solo tiene relación con soportar una conversación hueca, pero necesaria por la paciencia hacia el otro que sin querer nos quiere destruir con sus discursos nada evolucionados.  Temas nada profundos, pues la vida no siempre tiene que ver con grandes debates internos existenciales para nuestra tortura personal. 

Pero llega un punto, un cisma, un momento de quiebre que nos muestra que en Sodoma y Gomorra de la lucha de clases no hay ningún” hombre bueno”. Y para esta activista queda claro que ser hombre es sinónimo de un criminal de género.

Por alguna razón, en medio de esta idiotez social, uno se da cuenta, para nuestra mala suerte y por obra de una iluminación, que todos esos momentos que se fingen con la tolerancia sobre lo vano, el embuste barato, las emociones básicas y los discursos clichés de gente que está obviamente equivocada; no es lo correcto. Termina dando una disimulada risa y, al mismo tiempo, la náusea respectiva. No es bueno estar acostumbrado a una sociedad profundamente enferma, reflexionó Krishnamurti. Tenía razón.

Tener esta aburrida experiencia con una reaccionaria feminista me dio más lástima que rabia por querer limitar mi derecho a fotografiar en un lugar público. La gran obra de este movimiento de fachada del partido comunista chileno y otros sectores radicalizados de la izquierda es la muestra palpable que la estupidez puede pasar a la locura fanática. Más allá de cualquier reflexión sobre demandas justas, o no, la sangre que corre por estos grupos es de la desesperación de un porcentaje de sus integrantes por desear ser algo en una sociedad enferma donde son marginadas socialmente y por sus preferencias sexuales diversas. Vivimos en tiempos más tolerantes con los gustos sexuales y convertir un movimiento en la Gestapo nazi para promover la misandria parece muy contradictorio con la igualdad que promulgan los grupos feministas moderados – las que protestan en marchas, sin llamar a matar hombres o córtales los testículos –.

Desde ese día, tuve que usar otras calles en mis caminatas para evitar tener que encontrarme de nuevo con los rostros de la policía del pensamiento y la intolerancia de estas radicales, ya que tienen a un sector de la opinión pública y medios de comunicación a su favor y enfrentarlas es casi seguro tener una acusación falsa por redes sociales como acosador o misógino.    

2. El machista que hablaba de “feminazis”. 

Un día cualquiera de aquellos que uno no quiere acordase mucho tuve una conversación con un sujeto extremadamente de derecha. Estábamos viajando por la zona fronteriza de México y Guatemala a principios del 2001. Perdí el bus para la frontera con México y me tuve que quedar solo en un pueblo llamado Retalhuleu. Dicho lugar no se le puede apreciar por ser muy pacífico. Peleas callejeras entre borrachos se miraban a menudo y muchos de los hombres portan pistolas a la vista. Es decir que había que ser muy respetuoso en un ambiente así y más como foráneo. Decidí entrar a un restaurante donde me senté en la barra para comer algo. Ahí comencé una conversación con un hombre. No recuerdo bien el nombre, pero lo escuché pues el tipo andaba con una escuadra 9 milímetros en su cinturón y con olor a cerveza. No tenía opción.

El tema que prestamente salió en la conversación fue el aborto. En lo personal, me es aburrido hablar del aborto pues es algo que enciende fanatismos estúpidos.  Me miró y me dijo que yo tenía todo el tipo de ser un “pendejo” extranjero que apoyaba a las abortistas. – Usted crearé que yo crío vacas y que soy un “indio” cerote que no sabe nada. No amigo. Escuche bien.  Yo viajo y leo y puede explicar mi opinión si usted me lo permite- me dijo. 

Afirmó que él apoyaba el aborto. Le pregunté la razón y me respondió que la mayoría de mujeres que querían abortar eran comunistas y feminazis- palabra despectiva usada contra las feministas radicales-, así que era mejor que no tuvieran hijos pues no serían buenas madres.  Me argumentó – al preguntarle sobre el término “feminazi” – que los nazis usaban el aborto como un método de perfeccionamiento de asesinatos masivos de bebes judíos y gitanos y para experimentos. Para él era igual al aborto en estos tiempos.  “Solo que lo adornaban con palabras bonitas y de falsos derechos humanos”, afirmó. 

Así que el término no le parecía ofensivo en absoluto. “Para las feminazis, los que no están de acuerdo con ellas son de extrema derecha o fascistas ¡Qué aborten si quieren!”. De ahí me interrogó que cuándo había visto a mujeres violadas o en peligro de muerte por un embarazo en las famosas marchas donde gritan por “el derecho de matar bebes”, concluyó y tomó otra cerveza.  Terminé cansado y aburrido de la charla, pero cuando se viaja solo por las fronteras entre Guatemala y México se conoce gente de todo tipo y no es bueno debatir con desconocidos en un barsucho y más con una escuadra en la mesa. 

El nuevo orden mundial debe ser feminista. 

La necesidad de esclarecer conceptos sobre el feminismo es esencial para poder construir un discurso crítico de este movimiento. En los últimos años, estos grupos han tratado de generar una unificación exponiéndose como representantes de todas las mujeres que buscan más igualdad, más pues se ha ganado mucho terreno en esa área en Occidente (Nótese que estos grupos nunca toman un discurso por ejemplo contra los países musulmanes donde las mujeres están en la opresión total). No obstante, queda claro que existen grupos más radicalizados que otros y no representan a muchos sectores de mujeres y menos aún a la sociedad global. Su tema central en su agenda es el aborto, el cual no se analizará por no tener mayor peso estructural en relación a lo que interesa que es factor más ideológico. 

Lo primero es dejar claro la esencia de estos grupos como es su fuerte identidad lésbica, la cual muchas de ellas lo niegan o evitan mencionarlo por razones de evitar fuga de mujeres simpatizantes que no son lesbianas; lo segundo, es el nexo ideológico con la extrema izquierda en base a su discurso antisistema capitalista y; tercero, la misandria ligada a un ideal de superioridad de género sobre los hombres. Esto queda evidenciado en el libro de Paulin Harmange, donde nos grita a boca de jarro: “Hombres, los odio” – visualizar a una feminista de choque gritando a todo pulmón-.   

Entonces es interesante leer estas ideas sobre el feminismo:

“Son lesbianas feministas “las” sujetos que forman su principal fuente documental, entendiendo que cuando hablamos de lesbianas feministas nos estamos refiriendo a mujeres que aman a otras mujeres que, primero, se han percibido como lesbianas, han asumido su condición y además llevan a cabo una actividad política y “pública” al formar o integrar grupos organizados feministas o lésbicos.”  Reseña de "Identidades lésbicas y cultura feminista. Una investigación antropológica" de Ángela G. Alfarache Lorenzo   https://www.redalyc.org/pdf/884/88402509.pdf

“Los textos feministas lésbicos intentan desnaturalizar la heterosexualidad, y una vez hecho esto, plantear hipótesis sobre sus "raíces" en instituciones tales como el patriarcado, el capitalismo y el colonialismo. Además, las feministas lésbicas abogan por el lesbianismo como un resultado racional de la alienación e insatisfacción con estas instituciones. También hay enfoques más discursivos del feminismo lésbico, que plantean el papel del discurso heterosexual en la configuración del "mundo interno" y de las formas de vivir los sentimientos que perpetúan la desigualdad en las maneras de entender el amor o las relaciones afectivo-sexuales”  http://www.feministas.net/feminismo-lesbico/

“En el ensayo Notes on Separatism and Power («Notas sobre separatismo y poder») de la feminista lesbiana Marilyn Frye, la escritora postula el separatismo femenino como una estrategia practicada por todas las mujeres, en algún momento, y presente en muchos proyectos feministas (se podrían citar refugios de mujeres, cuotas electorales o programas de Estudios de la Mujer). Frye argumenta que es solo cuando las mujeres lo practican, de manera consciente como separación de los hombres, que se trata con controversia (o como ella sugiere: histeria, por parte de los conservadores)”​ Marilyn Frye. «Some Reflections on Separatism and Power». En Meyers, Diana T. (Ed.) (1997), Feminist Social Thought: A Reader. New York: Routledge. pp. 406–414

“Para nosotras, lesbianas feministas, miembros de la Coordinadora Lesbiana en Francia, nuestras luchas son inseparables del conjunto de las luchas de los movimientos de mujeres. Forman parte de ello y se unen en un movimiento único, el del combate por la igualdad entre las mujeres y los hombres, por la igualdad entre todas las mujeres, sea cual sea la orientación sexual que tengan.” El rol de las lesbianas en los combates feministas, 7 de agosto de 2020, por Deviller Marie Josèphe, Fildar Jocelyne, Morin Lesech Catherine.   https://www.ritimo.org/El-rol-de-las-lesbianas-en-los-combates-feministas

Lo que Paulin Harmange, quien se define bisexual, expone en sus entrevistas sobre su libro “Hombres, los odio” es un reciclaje del feminismo lésbico y separatista. Es una forma más de llegar al poder con una agenda feminista de izquierda y de identidad lesbiana, no heterosexual.  Desde la caída de los socialismos reales el marxismo como movimiento internacionalista, que siempre ha sido, no había podido crear uno nuevo eje de lucha para sustituir la confrontación de clases.

Los fracasos guerrilleros en El Salvador ( FMLN), Colombia ( FARC-ELN), Perú ( Sendero Luminoso), Guatemala (URNG)  y México ( EZLN) en los ochenta y noventa   fue un duro golpe para la izquierda revolucionaria. Rusia y China ya no eran sustento ideológico después de la Guerra Fría y menos financiero.  Para la suerte de estos grupos, surge Hugo Chávez en Venezuela con su régimen populista bolivariano.  Esto oxigena la retórica marxista mundial con el mismo plato solo que con otros condimentos del socialismo del siglo XXI.  El populismo de izquierda termina apoderándose de Venezuela y consolidándose en la actual dictadura. 

Desde el régimen de Caracas, el dinero vuelve a fruir a los decaídos movimientos de izquierda como en Cuba, Bolivia, Argentina, España, El Salvador y Ecuador principalmente y donde los petrodólares pudieran enlazar cualquier grupo al proyecto intervencionista del ALBA. Es en este entorno revolucionario bananero en que los grupos feministas se vuelven cruciales en la lucha de clases la cual es sustituida por la lucha de géneros. 

La izquierda extremista, que alguna vez persiguió a lesbianas y homosexuales en Cuba y en todos los países del bloque soviético, vieron en ese nivel de polarización un caldo de cultivo perfecto para su propaganda. El pasado eran las injusticias del sistema a nivel de la tenencia de la tierra, distribución de la riqueza, dictaduras militares antidemocráticas y otras realidades las cuales tenían un sustento histórico y fueron causas estructurales de crisis revolucionarias como en Guatemala, El Salvador y Nicaragua. Estas realidades todavía persisten, pero no permitían una unificación de las masas – el pueblo- con suficiente fuerza.

Es así que los movimientos feministas en España, Argentina, México y Chile son vitales en esa lucha de género para obtener el poder o tratar de hacerlo. Hay que solo oír la semántica del discurso de estos grupos lesbo-feministas a la hora de alzar su crítica. Además del discurso de odio y separatismo de los hombres, la crítica al modelo capitalista – neoliberal, base del patriarcado opresor que se encarna en el Estado machista.  Y al oír a Nicolás Maduro: “El Día Internacional de la Mujer, añadió Maduro, "es una reivindicación del movimiento revolucionario y socialista mundial".  Demuestra un apoyo semántico a ese mismo discurso de los grupos feministas de izquierda. Aunque el dictador bananero fue criticado por haber dicho que su esposa, Cilia Flores, era su "única propiedad". La facilidad de palabras de Maduro siempre será asombrosa junto a su doble discurso machista. 

En este contexto político, surgen líderes de opinión como la lesbo-bi-feminista Harmange hablando que “utilicé los hashtags #MenAreTrash o #MaleTears porque cuando hablaba de feminismo, siempre había hombres para decir #NotAllMen y tratar de explicarme de qué se trata realmente el feminismo. Decidí tomar la misandria más en serio cuando me di cuenta de que incluso los hombres que no abusan y lastiman a las mujeres son cómplices del sistema.” 

Harmange menciona de los hombres como “Seres violentos, egoístas, perezosos y cobardes”. Acepta la misandria y la fomenta como que es un principio de precaución y menciona que las mujeres ya no necesitan a los hombres. Es aquí donde se puede definir la total visión de feminismo lésbico de esta provocadora. Harmange entra a la tercera ola feminista con el rostro sin máscaras y eso es bueno pues ahora queda claro cuales son las intensiones políticas de estos grupos de extrema izquierda de tendencia lésbica-feminista. 

Su objetivo es llevar una confrontación de géneros y usar la victimización para seguir ganando cuotas de poder. Como no creo en las teorías de las conspiraciones, sería risible que esta tipa creyera que con su discurso de odio y su libro de poca monta podrá desmotar todo lo creado durante miles de años de historia y conocimiento creado por los hombres – para bien o para mal- e iniciar una revolución lésbica donde se carbonizara toda la historia machistas en quemas públicas  lo cual crearía un hueco profundo e irreparable en nuestra frágil masculinidad y más si viene el golpe de un grupo lésbico que actúa como hombres sobredimensionados. Te deseamos suerte en tu cruzada, Harmange. 

Este tipo de feministas se basan en el odio absoluto y disperso hacia todo lo que tiene un pene. Es como una obsesión freudiana hacia el miembro que las penetra y al cual envidian por no poseerlo, lo que se califica como envidia del pene (Freud). Este tipo de feministas lesbianas están orientadas por sus instintos sexuales como cualquier hombre, por su morbo de ser la pareja perfecta para las mujeres. Por algo priva el odio sexual hacia su competencia que nos las deja ser el alfa de la manada en este caso los odiados hombres. Pueden interactuar con los gays pues no los consideran una competencia y tratan de ocultar todos sus objetivos de conquista tras los argumentos generalizadores que los hombres nacen para violar y maltratar a las mujeres. 

El libro las Arpías de Hitler de Wendy Lower desmontan las generalizaciones que hace la propagandista de Harmange. El libro explica el nivel de crueldad de maestras de escuela, enfermeras, secretarias que realizaban diversas funciones bajo el régimen nazi, desde organizar la represión en los despachos hasta colaborar directamente con las SS. Estas tomaron parte en los crímenes del Holocausto. La autora explica que las primeras matanzas en masa las protagonizaron las enfermeras en los hospitales, exterminando a millares de niños por hambre, con drogas o con inyecciones letales. Obviamente que personajillos como la francesa dirán que fue culpa de los hombres y no de las arpías de Hitler, pues estaban en un estado de dominación por el estado patriarcal de los nazis.

“Un estudio publicado en la revista Philosophical Transactions of the Royal Society, realizado por Tracy Vaillancourt y Aanchal Sharma, psicólogas de la Universidad de Ottawa, refleja la existencia de dicha premisa. En la investigación se reclutaron a mujeres en dos grupos, entre los 20 y 25 años de edad, a las cuales se les dijo que se trataba de un experimento sobre la amistad. Los grupos fueron interrumpidos durante la reunión por una mujer atractiva. Las diferencias entre ambos grupos sólo radico en la vestimenta. Una mujer portaba jeans y camiseta, mientras la otra vestía una minifalda y una blusa que dejaban ver parte de sus atributos. Fue así que la reacción ante la presencia de dichas mujeres fue en su origen muy similar. El primer grupo aceptó a la mujer vestida de forma conservadora pero el segundo reaccionó de manera hostil ante la mujer que llevaba minifalda, las demás estaban incómodas ante su presencia, la miraban de arriba abajo, hacían gestos de desaprobación, se burlaron de ella e incluso se llegó a sugerir que pretendía acostarse con el profesor “¿Cómo agreden las mujeres?”, Semana, 30 de noviembre de 2013.” Verónica Valeria De Dios Mendoza. La autora es activista feminista y directora en revista digital Análisis. 

Según Paulin Harmange sobre la pregunta realizada en la entrevista de La Tercera. El feminismo aboga por la igualdad entre hombres y mujeres. ¿Crees que posiciones como la tuya atentan contra este deseo de igualdad?  “No estoy aquí por la igualdad con los hombres. Estoy aquí para desmantelar los sistemas que establecieron. FOLLAR su versión de la igualdad. Su supremacía se basa en sobre la explotación y la violencia, no quiero ser parte de eso. La visión / meta es más grande y más revolucionaria”.

Harmange no ve que sus argumentaciones son puras conductas sociales que se realizan hasta entre mujeres también. “Se burlaron de ella y incluso se llegó a sugerir que pretendía acostarse con el profesor” versus “Su supremacía se basa en sobre la explotación y la violencia”; la miopía ideológica de este tipo de feminista no permite ver que las acciones de violencia ,en sus diversas expresiones, están presentes en todos los sectores sociales donde el género no es lo esencial ni primario en la conducta, es parte integral junto a otros factores donde se aglutina lo social , cultural , económico y psicológico. 

Este libro, el cual debe ser leído para saber lo que es realmente el feminismo y su fuerte incidencia lésbica, solo es una receta de intolerancia como puede ser Mi lucha de Adolf Hitler o Estado y revolución de Lenin y otros escritos que se exponen en estos tiempos como ensayos para defender a un grupo que edifica ideas de odio hacia los otros. El odio está de moda y nadie se salva de promoverlo y se da el caso que algunos son aceptados en base a la libertad de expresión como “Hombres, los odio”.   Y hay que aclarar que el tema lésbico en este escrito no es usado peyorativamente, sino como parte de un análisis de opinión. En tiempos donde todo puede ser visto como lesbofobia, hay que cubrirse por todos lados para no ser linchado. 

La autora claro que sabe que las palabras escritas se hacen acciones y conoce bien que todo lo que escribe será interpretado por un grupo de feministas radicales que por sus conductas andan buscando legitimar ira y la ira lleva al odio y a la violencia. 

«La sociedad entera se basa en la idea de que lo único que puede hacer que una mujer sea feliz es pertenecer a un hombre y criar a sus hijos», señala contundente la francesa. «Si aceptáramos que las mujeres solteras o lesbianas son más felices que las que tienen a un hombre por pareja, tendríamos que revisarlo todo» y eso es algo que, admite, «no gustaría a muchos hombres».

“Las mujeres solteras o lesbianas son más felices que las que tienen a un hombre”, claramente el objetivo es legitimar el lesbianismo sobre las relaciones heterosexuales por esta feminista. Y todavía cae en el típico estereotipo que la sociedad neoliberal occidentales – en los paraísos como Cuba, Corea del Norte o China parece que no aplica- crea mujeres felices por pertenecer a un hombre y criar sus hijos. Eso es risible. No conozco mujeres que tengan como visión tener un rol de ser niñeras o empleadas domésticas de un hombre y menos hombres que quieran que una mujer no tenga su carrera universitaria y no trabaje también para mantener un nivel de vida medio en estas sociedades de la sobrevivencia. Esta intolerante parece que quedó atrapada en la misma propaganda del pasado, pues ella describe a una sociedad de un universo alterno capaz en algún pueblo perdido en Guatemala, México o EEUU. Ella describe sociedades musulmanas como en Pakistán, Afganistán, Irak, Somalia y otras donde las mujeres están en un nivel de casi esclavitud en todos los sentidos. 

Podemos dar otra posible fuente del tremendo análisis de esta autora. En Los Picapiedras, el capítulo Hogar dulce hogar (Episodio 51). Pedro Picapiedra era el típico machista bravucón. Llegaba a su casa y esperaba que su cena estuviera servida por su esposa Vilma. Ella era quien cocinaba, limpiaba y criaba a Pebbles. Todo el día en la casa siendo una mujer oprimida sin mayor oportunidad de liberarse y cuando lo intenta y consigue un trabajo para ganar más dinero extra en un programa de televisión “La ama de casa feliz”, Pedro Picapiedra explota y hace valer su condición de macho hambriento y ofendido hasta que Vilma renuncia y vuelve a cocinarle en su casa. Eso es lo que Paulin Harmange tiene en mente. Un capítulo machista de una serie de animación que inicio en 1960 y fue emitida hasta el 1 de abril de 1966. Estará explicado en “Hombres, los odio” de donde saca esa realidad machista de hace más de 50 años atrás “…la idea de que lo único que puede hacer que una mujer sea feliz es pertenecer a un hombre y criar a sus hijos”.

Paulin Harmange no es Malala Yousafzai, quien debe ser el referente a seguir como luchadora contra la violencia machista y, quien, en su lucha por la educación de niñas en Pakistán, recibió un balazo en la cara por los terroristas del Talibán. Esas son las feministas de acción y no las que andan victimizándose con “Hombres, los odio” desde la comodidad de su casa el Francia. Yousafzai   actúa desde una visión global de activismo, sabiendo que los cambios se dan por el razonamiento y el argumento empático donde heterosexuales, lesbianas, gays, bisexuales, transexuales y cualquier otro grupo que represente una identidad humana diversa debe ser respetado por la sociedad y las leyes, por el hecho de pertenecer a la raza humana. Lo que debe ser la reflexión de las mujeres que buscan unirse a esa lucha es ¿Quién desean ser? ¿Paulin Harmange o Malala Yousafzai? 

 Paulin Harmange no es más que un personajillo que busca la fama mediática  por medio de libros de odio y de la misandria donde justifica la denigración, discriminación y violencia contra el varón solo por lo que ella considera que es una acción válida por la violencia contra las mujeres y su supuesta represión masiva, al estilo Irán, que ella ve en Occidente. Pero que, a la hora de dar soluciones de fuerza contra los pedófilos, violadores y demás delincuentes sexuales, se esconden, juntos a sus colegas bi-lesbianas, en marchas de senos al aire donde jamás se exigen leyes duras contra esos delitos. Ella puede odiar a esos hombres machistas y violadores y fomentar esa actitud de violencia, pero hablar de la pena de muerte o castración química es deshumanizante y es ahí donde el tema se vuelve bastante confuso. Confuso pues no se dan soluciones que busquen parar esos delitos de una forma efectiva  y de esa forma las marchas lesbo-feministas continúan, y continúan y continúan con los himnos de odio de Las Tesis, con histerias colectivas sobre el machismo, pintas con llamados a la violencia y el odio de género y frases clichés sacadas del baúl de Stalin y Fidel Castro en busca de una sociedad separatista y supremacista como la que sueña  Paulin Harmange y sus amazonas de la dictadura de las burguesas moradas del primer mundo. 

 

 

Fuentes: Pauline Harmange: misándrica y censurada por el ministerio de Igualdad galo. EL INDEPENDIENTE. “No necesitamos hombres”: habla la escritora francesa que defiende la aversión hacia los varones. La Tercera.