• Diario Digital | martes, 19 de marzo de 2024
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Política - Primera entrega

Secuestro, tortura y asesinato de un multimillonario llamado Ernesto Regalado Dueñas

PRIMERA ENTREGA. Aquel crimen nunca se esclareció por completo. Por el contrario, el caso generó muchas dudas y graves sospechas que aún en la actualidad no se han disipado.

Asesinato de Ernesto Regalado Dueñas
Esta fue la foto de portada el día que se conoció el asesinato de Ernesto Regalado Dueñas.
Secuestro, tortura y asesinato de un multimillonario llamado Ernesto Regalado Dueñas

Lo tiraron a la orilla de la calle. Tenía los ojos vendados con cinta adhesiva, estaba atado de pies y manos y tenía dos balazos mortales en la cabeza. Se trataba del joven multimultimillonario Ernesto Regalado Dueñas, que había sido secuestrado una semana antes.

Ese crimen fue cometido hace 45 años por un grupo de estudiantes universitarios que poco después fundarían el Ejército Revolucionario del Pueblo, una de las cinco organizaciones que luego integraron el FMLN. 

Cinco años después del hecho, en 1976, el ERP admitió en uno de sus documentos oficiales su responsabilidad en el secuestro y la ejecución del magnate, aunque fuera de ese reconocimiento puntual y escueto no dio mayores explicaciones. A pesar de eso, aquél crimen nunca se esclareció por completo. Por el contrario, el caso generó muchas dudas y graves sospechas que aún en la actualidad no se han disipado.

El punto más sorprendente es que el entonces presidente de la república, el general Fidel Sánchez Hernández acusó al también general José Alberto Medrano de la autoría intelectual de ese crimen, en tanto que Medrano, a su vez, culpó de lo mismo a Sánchez Hernández. 

Ambos estaban equivocados. Pero es difícil creer que esas acusaciones mutuas fueran el resultado de meras confusiones. 

Sánchez Hernández tenía en sus manos toda la información de la inteligencia del Estado, mientras que Medrano había sido durante muchos años, y hasta hacía unas semanas, el centro y motor de los servicios secretos gubernamentales. Y ninguno de los dos era ingenuo y mucho menos tonto. 

Que ambos generales mintieron es un hecho. El punto es saber por qué lo hicieron. Muchos de los que estuvieron cerca de aquellos sucesos han hablado sobre el asunto sin aclarar lo sustantivo. Las hipótesis vertidas son muy distintas y hasta diametralmente opuestas, verosímiles la mayoría, pero insostenibles todas a la luz de los hechos posteriores.

Nada indica que los universitarios secuestradores hayan tenido relación directa  con Sánchez Hernández o con Medrano, aunque sí es seguro que la tuvieron de manera clandestina con otros militares. En su libro de memorias, “Crónica entre los espejos”, uno de aquellos universitarios, Eduardo Sancho (que luego llegaría a ser conocido como el comandante guerrillero Fermán Ciefuegos), revela que el primer instructor militar que tuvieron fue un oficial de la Fuerza Armada: el mayor Pedro Antonio Guardado.

La sospecha 

Entre finales de 1974 y principios de 1975, el ERP secuestró al  cafetalero David Escobar Vides (padre del doctor David Escobar Galindo), y al magnate industrial Francisco de Sola. En ambos casos se pagaron los rescates exigidos y las víctimas fueron liberadas. Al recordar esos sucesos en un artículo publicado en La Prensa Gráfica, el 20 de mayo de 2006, David Escobar Galindo relata que Francisco de Sola le aseguró que los secuestradores no eran en realidad guerrilleros: “Son militares, David, yo pude reconocer a uno de ellos”, le dijo. Y David Escobar Galindo concluye su artículo con la siguiente reflexión:

“Muchos quería ignorar que se estaban dando las primeras señales de un nuevo momento en nuestra vida política, el surgimiento de un enemigo desconocido, y por eso se rumoraba, sobre todo en los corrillos del poder económico, que esas acciones provenían de grupos militares disidentes. Esta negación era de alguna manera tranquilizadora, implicaba que el enemigo, aunque peligroso, es de los nuestros”.

La sospecha de que aquel primer núcleo guerrillero había sido una creación del gobierno de Sánchez Hernández o del general Medrano, manchó para siempre la historia del ERP. Eso por todo lo relatado aquí y por algunos hechos posteriores, pero también porque en el desenlace del caso Regalado Dueñas hubo un detalle desconcertante. El análisis médico forense del cadáver reveló que el empresario había sido torturado brutalmente, incluso con aplastamiento de testículos y perforaciones de alfileres en sus ojos.

Durante un tiempo creció el rumor de que, en realidad, los secuestradores habían huido en desbandada de su guarida dejando con vida a Ernesto Regalado Dueñas, y que este había sido torturado y asesinado por un equipo especial de la Guardia Nacional. Pero la versión oficial del ERP no respalda en ningún sentido esa hipótesis que incluso fue publicada en un periódico de la época.

Sobre el tema de las torturas infligidas a Regalado Dueñas, Eduardo Sancho solo dice en su libro una sola frase: “Eso fue un invento de la Guardia Nacional”.

Como he dicho antes, el caso Regalado Dueñas estuvo y está aún ahora lleno de confusiones, tergiversaciones, ambigüedades, especulaciones y silencios por parte de sus protagonistas principales. 

Al considerar ahora los hechos en su conjunto, en retrospectiva, no queda más remedio que pensar en un juego de simulaciones típicas de los organismos de inteligencia y contrainteligencia. Esos juegos en los que no basta con liquidar al enemigo sino que, además, las circunstancias de su muerte, montadas artificiosamente según un minucioso guion previamente establecido, lo hagan aparecer ligado a otros adversarios, con el objeto de matar varios pájaros de un solo tiro, y sin que las propias manos aparezcan manchadas de sangre ante la opinión pública. 

Lo que no sabemos es quién fue el gato y quién fue el ratón en ese juego perverso y trágico. Yo quise descubrir en lo posible ese juego, y durante varios años investigué sobre el secuestro y asesinato de Ernesto Regalado Dueñas. Hablé con varios de los protagonistas directos e indirectos, tanto de la guerrilla como del gobierno y de la Fuerza Armada, consulté libros, archivos periodísticos, expedientes judiciales y otros muchos documentos de la época.

A partir de hoy el Salvador Times publicará en una serie de entregas el resultado de esa exhaustiva investigación periodística.

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