Manuel Antonio Berríos Molina llamó a la Policía Nacional Civil el 5 de noviembre de 2021 para pedir auxilio porque a su esposa la acababan de secuestrar. El hombre, que se dedicaba a la agricultura y que con su esposa vivía en el cantón Tobalón, de San Juan Talpa, en el departamento de La Paz, le dijo a la Policía que tres hombres vestidos de negro y con los rostros cubiertos se habían llevado a la mujer.

Cuando las autoridades llegaron a la casa de Berríos Molina y le recogieron sus declaraciones, dio una versión distinta a la primera que había expresado en la llamada telefónica. Cuando los investigadores lo cuestionaron, su versión volvió a ser inconsistente, por lo que los policías sospecharon de él. Además, los agentes pudieron observar rasguños en el rostro y el pecho del agricultor que habían sido provocados recientemente. 

Pero lo que terminó de hundir la coartada de Berríos Molina fue que le encontraron manchas de sangre en sus zapatos. El hombre fue detenido en el momento y los investigadores iniciaron una búsqueda en el área desde donde Berríos Molina había hecho la llamada telefónica, cerca del kilómetro 34 de la carretera Comalapa. Fue así como dieron con el cadáver de la esposa, quien sufrió una muerte violenta. Al examinarla, la víctima tenía heridas causadas por arma blanca.

Luego de que las pruebas científicas encajaron y mostraron que la autoría del asesinato fue de Berríos Molina, la Fiscalía General de la República lo acusó de feminicidio. Este jueves 9 de agosto, el Juzgado Especializado de Sentencia para una Vida Libre de Violencia y Discriminación para las Mujeres de San Salvador condenó al hombre a 35 años de cárcel.

La jueza encargada del caso explicó que se comprobó la participación del acusado en el delito, aprovechándose de la vulnerabilidad de la víctima, indicó la oficina de prensa de los centros judiciales.