Ricardo F. decidió preparar sus maletas, abandonar las tierras salvadoreñas y cumplir con lo que se conoce como “el sueño americano”. Pasados los años, logró recaudar suficiente dinero fruto de su esfuerzo, por lo que decidió invertir en el país que lo vio nacer.

En el año 2015, envió dinero desde Estados Unidos para instalar una boutique en el municipio de Ciudad Delgado, en San Salvador, en donde comercializaba calzado, ropa, carteras y diversos artículos.

Según se conoció en los testimonios que se vertieron en un juicio por este caso, por dos años, logró sostener el negocio, mismo que era administrado por Alexander P., su sobrino de 32 años de edad, quien le reportaba los datos de la venta.

El año pasado, Ricardo decidió vender los artículos del negocio, pues consideraba que ya no era rentable debido a que los ingresos que percibía ya no eran los mismo como cuando inició con ese comercio.

Ante esto, delegó a Alexander para que se ocupara de la liquidación de la mercadería, por lo que este colocó en abril de 2017 un anuncio en el sitio de internet OLX, en donde ofrecía todos los artículos por $10,000.

A los pocos días, el encargado de la venta fue contactado a través de WhatsApp por Francisco Aguilar Sol, quien se mostró interesado en adquirir los productos de la boutique.

En los testimonios del juicio se dijo que el 28 de abril llegó al negocio Carlos Raúl Montano, un sujeto de 34 años, quien se presentó como un socio de Aguilar Sol, por lo que pidió a Alexander que le mostrara la mercadería que estaba en venta. Tras ello pidió negociar el monto, por lo que llegaron a un acuerdo de compra por $8,000.

El engaño con un cheque sin fondos

Luego de verificar la mercadería, el 5 de mayo de 2017 se concretó vía WhatsApp la venta de los productos de la boutique, por lo que Aguilar Sol se comunicó con mensajes de texto con Alexander para decirle que había depositado un cheque a su nombre en la cuenta bancaria que él había determinado.

Tras mandarle una imagen del comprobante del depósito, el sobrino de Ricardo entregó todos los artículos a Montano, quien alquiló dos vehículos para poder transportar desde maniquíes, estantes hasta la ropa que fue puesta en venta.

La novia de Alexander, quien hizo el papel de testigo en el juicio desarrollado por el Tribunal 1° de Sentencia, fue ese mismo día del trato a una de las agencias bancarias en donde Sol habría hecho el depósito para verificar el mismo.

Tres días después Alexander intentó extraer dinero y en el banco fue informado que el cheque depositado no tenía fondos monetarios.

La denuncia y el juicio

A las 10:40 del 12 de mayo del año pasado, Alexander llegó a la Delegación Centro de la Policía Nacional Civil (PNC) para interponer la denuncia en contra de Montano, el supuesto socio de Aguilar Sol, luego de que lograra ver al imputado en las noticias de los medios de comunicación, tras haber sido detenido por aparentemente pertenecer a una banda de estafadores.

Esto último fue declarado en el juicio por el representante de la Fiscalía General de la República (FGR): Montano era buscado por el Ministerio Público Fiscal desde hacía varios meses por ser parte de una estructura criminal.

Tras las investigaciones, se determinó que el cheque emitido por Aguilar Sol y que fue depositado en el banco provenía de una chequera que había sido robada.

Durante la audiencia de vista pública, Montano declaró que Aguilar Sol lo había contratado por una suma de $20 para que transportara la mercadería comprada, por lo que esto fue un indicio para que el juez determinara que realmente sí estuvo en la boutique.

Mientras que su abogado defensor tildó inútilmente de “avaro” a Alexander, pues dijo que aceptó los $8,000 en lugar de los $10,000 con tal de hacer negocios.

Carlos Raúl Montano deberá permanecer bajo prisión durante cinco años, debido a que el juez del Tribunal 1° de Sentencia lo condenó por el delito de estafa agravada, luego de que se probara que cometió la falta. También deberá cancelar la suma estafada en concepto de responsabilidad civil por haber dañado el patrimonio de Ricardo.