• Diario Digital | martes, 16 de abril de 2024
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Política - Artículo de opinión de Vanda Pignato

“La autonomía económica de las mujeres, un desafío para el desarrollo”

Proponer programas de asistencia social con enfoque de bienestar no es alternativa de desarrollo para las mujeres. Esos programas únicamente reproducen la pobreza, fomentan relaciones desiguales, construyen actitudes pasivas y de dependencia y son un incentivo para quienes quieren que las mujeres cumplan su rol tradicional.

Vanda Pignato premiada
“La autonomía económica de las mujeres, un desafío para el desarrollo”

Carta a los candidatos presidenciales:

Creo importante llamar la atención sobre el riesgo que representaría retroceder en el enfoque de desarrollo  que estas dos últimas décadas hemos construido en materia de autonomía económica de las mujeres; el mejor ejemplo de ello es Ciudad Mujer.

Tal vez no parezca que sea un tema “electorero” pero es vital para el presente y futuro de El Salvador.

Uno de los mayores desafíos, cuando se habla de desarrollo, es lograr la plena participación de las mujeres en la vida económica y productiva de un país. Ningún país podrá salir de la pobreza y superar la exclusión sin la participación y el aporte de las mujeres, mayoría  de la población en todo el mundo; por ello, trabajar por alcanzar su autonomía económica es sin duda una de las mejores apuestas de país.

La autonomía económica es la capacidad de las mujeres de generar ingresos y recursos propios a partir del acceso al trabajo remunerado,  ya sea a través del empleo o del autoempleo. A través de ella las mujeres  incrementan su capacidad de configurar sus propias vidas y su entorno, toman conciencia sobre sí mismas, sobre sus proyectos y sus interacciones sociales y políticas.

Señores Candidatos Presidenciales: si en serio queremos lograr el desarrollo de El Salvador, trabajar por la autonomía económica del 53% de la población es no sólo un compromiso sino una responsabilidad.

Proponer programas de asistencia social con enfoque de bienestar no es alternativa de desarrollo para las mujeres. Esos programas únicamente reproducen la pobreza, fomentan relaciones desiguales, construyen actitudes pasivas y de dependencia y son un incentivo para quienes quieren que las mujeres cumplan su rol tradicional.

No se puede ignorar que un poco más del 64% de las MYPES son impulsadas y administradas por una mujer y que estas emplean u ocupan a un 52% de personas que laboran en una micro o pequeña empresa. 

Tampoco debe olvidarse que gracias a los programas de desarrollo que se han impulsado desde el año 2009 a la fecha,  se ha logrado que las mujeres accedan a créditos, a procesos formativos de alta especialización, a la asistencia técnica empresarial, al acceso a mercados, tanto a nivel nacional como internacional.

En Ciudad Mujer creamos el primer programa de crédito inclusivo, Fondo Mujer,  en alianza con Bandesal, abriendo oportunidades para mujeres que históricamente habían sido excluidas del apoyo al financiamiento. Hemos promovido la creación de emprendimientos productivos en áreas no tradicionales y la participación de las mujeres en la dinámica social y productiva de sus comunidades.

No hay duda que trabajando decididamente por lograr la autonomía económica de las mujeres avanzaremos también hacia el desarrollo de forma sostenible. 

Por ello, señores candidatos,  la apuesta por políticas con enfoque de bienestar no puede ser la respuesta al desafío del desarrollo. Insisto en esto porque es una tentación de quienes no comprenden la magnitud de las problemáticas sociales. 

Lo que necesitamos son políticas públicas inclusivas, que aseguren la participación de las mujeres en todos los ámbitos de la vida. Se deben asegurar programas de asistencia técnica, de formación especializada, de financiamiento, de empleo digno e igualitario y de participación ciudadana y política. 

Las mujeres somos la fuerza del cambio, somos el motor del desarrollo, somos las protagonistas principales del desarrollo. No tengan duda.

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