Social - San Romero
Monseñor Romero, la “voz de los sin voz” que ha permanecido intacta hasta en los últimos años
Este 14 de octubre el beato será declarado santo durante una misa celebrada por el Papa y 70 cardenales, a la que además asistirán 500 obispos, sacerdotes y fieles de todo el mundo.

Las tierras del oriente del país fueron la cuna de una de las personas que ha marcado una gran historia. El 15 de agosto de 1917 nació Óscar Arnulfo Romero y Galdámes en Ciudad Barrios, en el departamento de San Miguel.
A partir de esa fecha surgió con Romero lo que con el tiempo se tornaría una pieza clave para la Iglesia Católica.
En 1930, cuando cumplió sus 13 años de edad, Romero ingresó al seminario menor en San Miguel, pero siete años después -en 1937- se mudó a Roma, Italia, en donde terminó sus estudios teológicos en la Universidad Gregoriana el 4 de abril de 1942.
Un año después, Romero retornó a El Salvador, por lo que se dirigió a su natal San Miguel. En ese momento, el obispo le confió la parroquia de Anamorós, un municipio del departamento de La Unión.
El migueleño fue nombrado secretario de la Conferencia de Obispos en El Salvador, cargo que desempeñó por 11 años, tiempo en el que difundió centenares de sermones emotivos y espirituales a través de la radio.
En 1970, Oscar fue nombrado obispo, por lo que ese papel lo ejerce al lado del entonces arzobispo de San Salvador, monseñor Chávez y González. También desempeñó su oficio en 1974, en la parroquia de Santiago de María, en el departamento de Usulután.
Unas semanas antes de las elecciones presidenciales, mismas que dejaron al general Carlos Humberto Romero como líder de la República en 1977, el Vaticano bajo el mando de Pablo VI le concedió el título de arzobispo de San Salvador.
Durante los tres años que fungió como obispo capitalino hubo diversos hechos de tortura y persecuciones y esto abrió paso a los inicios de una guerra civil. En ese momento, Romero no había intervenido tanto de como lo hizo luego de que ocurriera el asesinato de su colega y buen amigo, el sacerdote Rutilio Grande, quien velaba por la defensa de los derechos de los pobres y marginados.
“La misión de la Iglesia no es desde luego política, pero cuando la política toca el altar, la Iglesia defiende el altar”, fueron las palabras que Romero retomó de su papa favorito, Pío XI.
A partir de esa acción cometida en contra de Grande, Romero se convirtió en la “voz de los sin voz” y en “el pastor del rebaño que Dios le había confiado”.
El primer intento de asesinato
El 9 de marzo de 1980, en la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús se encontró un portafolios de color negro colocado debajo del Altar Mayor, la persona que notó su presencia, identificada como el sacerdote Ramiro Jiménez, notificó inmediatamente a la extinta Policía Nacional (PN).
Un detective experto en explosivos, identificado como Juan Francisco Alas, desactivó la bomba. Esta estaba compuesta con un interruptor, por lo que sería activada por un control remoto. La cantidad del explosivo era de 72 candelas de dinamita comercial.
Según investigaciones, la bomba se accionaría en el momento que Romero oficiaría una misa en memoria de Mario Zamora Rivas, exprocurador general y exsecretario general del Partido Demócrata Cristiano (PDC), quien fue asesinado el 23 de febrero de 1980 en su lugar de residencia.
Su asesinato durante una homilía
Luego de luchar durante años por los derechos humanos de las personas con escasos recursos y de los oprimidos por el gobierno, Romero fue asesinado el 24 de marzo de 1980 por un francotirador, quien disparo una bala calibre 25 directo al corazón, mientras celebraba una misa en la capilla del Hospital de la Divina Providencia en San Salvador.
Su asesinato provocó la protesta internacional en demanda del respeto a los derechos humanos en El Salvador.
De la beatificación a la canonización
Su proceso de beatificación y canonización inició el 24 de marzo de 1994 a cargo del sacerdote Rafael Urrutia, párroco de la misma capilla donde monseñor fue asesinado, pero se tornó en un proceso lento.
"En los tiempos recios de la guerra, a monseñor Romero se le acusaba de ser una persona débil de carácter, que había dividido al país y que tenía errores doctrinales. La propia Fuerza Armada publicó un folleto titulado “la Iglesia del pueblo nace en El Salvador”, dedicado a exponer ese tipo de acusaciones", cita el rector de la Universidad José Simeón Cañas (UCA), José María Tojeira.
Con el anuncio hecho por el papa Francisco, en el que indicaba que monseñor Romero sería beatificado, miles de feligreses se reunieron en la plaza Salvador del Mundo en la ceremonia para ello realizada el 23 de mayo de 2015.
El papa desbloqueó el proceso de beatificación de Romero, luego de que estuvo estancado por varios años.
A finales de febrero del 2017 fueron enviados a Roma testimonios de un posible milagro atribuido a la intercesión de Romero para que fuera estudiado por la Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano.
Ante esto, el 7 de marzo de este 2018, el papa Francisco autorizó la canonización, tras aceptar el milagro de curación irreversible de un cáncer. Con ese milagro y su martirio, cumple con los requisitos necesarios para ser escrito su nombre en el libro de los Santos.
Este 14 de octubre el beato será declarado santo durante una misa celebrada por el papa y 70 cardenales, a la que además asistirán 500 obispos, sacerdotes y fieles de todo el mundo.
Lento proceso de beatificación
La causa para beatificar al pastor la inició en 1990 el sacerdote Rafael Urrutia, quien investigó durante tres años los escritos de Romero. "Con monseñor Romero aprendimos a hacer procesos de canonización, y lo fuimos haciendo lentamente", reconoce Urrutia en declaraciones a la AFP.
El proceso llegó a la Sagrada Congregación para la Causa de los Santos, pero se detiene para estudiar las causas del martirio.
Fue necesario "dilucidar si fue asesinado por causas políticas o ideológicas o si fue un martirio por odio a la fe, por eso (el proceso) fue largo, llevó 10 años (2000-2010)", explica Urrutia.
El proceso de beatificación de Romero, al que se oponían sectores conservadores, permaneció estancado por varios años, hasta que en abril de 2013 fue desbloqueado por el actual pontífice.
Monseñor Vincenzo Paglia, postulador de la beatificación, buscó poner fin a la polémica al señalar que los santos "son para unir, nunca para dividir" e instó a los salvadoreños a unirse alrededor de la figura de Romero.