Un estudio de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) revela que la mayoría de los niños inmigrantes sin acompañantes que son retornados regresan a vivir en condiciones paupérrimas que atentan contra su salud. 

Según el estudio que se basa en la Encuesta de Hogares de Movilidad Humana sobre Vivienda de Niñez y Adolescencia Migrante no acompañada retornada, el 64% de las familias de estos niños y adolescentes viven en el área rural en viviendas de piso de tierra y paredes de bahareque o adobe que son indicadores primarios de pobreza.

La importancia de destacar esas condiciones es que los niños que habitan en esas casas son altamente vulnerables a desarrollar enfermedades parasitarias y otras como el mal de Chagas (enfermedad que se contrae tras la picadura del insecto conocido popularmente como Chinche que se aloja en ese tipo de viviendas).

De acuerdo a la encuesta los niños viven en casas donde el promedio de habitantes por vivienda es de cinco personas y 73% de estas familias utilizan letrinas o fosas sépticas que según el estudio se pueden convertir en un foco de transmisión de bacterias, virus y parásitos que están presenten en los desechos sólidos humanos luego del contacto con los recursos hídricos o los alimentos, lo cual puede concretar una enfermedad diarreica.

Por otra parte, el estudio que será presentado en su totalidad el próximo 28 de marzo también revela que las niñas y niños corren peligro de ser víctimas de acoso o abuso sexual sobretodo durante las noche debido a que las letrinas están ubicadas en infraestructura separada de la vivienda.