• Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Sucesos - Historia

Saúl fue asesinado porque su papá lucha para detener el avance de las pandillas en el municipio donde vive su familia

La tranquilidad de  un pequeño pueblo al norte de El Salvador fue sacudida luego de la muerte de Saúl, quien era hijo de un excombatiente de la guerrilla. Se presume que la muerte fue ocasionada por pandillas.

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Saúl fue asesinado porque su papá lucha para detener el avance de las pandillas en el municipio donde vive su familia

La muerte pasó por las calles de una pequeña localidad del norte de El Salvador y a su paso se llevó la tranquilidad de sus habitantes y la vida de uno de ellos. La mano de las pandillas arrebató la vida a Saúl H., de 23 años, quien fue encontrado flotando en la orilla del río Lempa luego de dos días desaparecido. La causa de su muerte, una brutal golpiza que pandilleros de la zona le proporcionaron al finalizar una fiesta en la que se encontraba.

Saúl era un muchacho al que lo caracterizó la alegría, su pasión era pasarla bien con sus amigos cuando jugaba fútbol o nadar en las frías aguas de río Lempa, cerca de su casa, y no desaprovechaba para ir a bailar cuando había alguna fiesta en la zona.

El Salvador Times habló con un familiar -quien pidió omitir su nombre y de los lugares donde suscitaron los hechos por protección a la familia- y describió al joven como alguien que le sobraban “las ganas de hacer reír a los demás, siempre bromeaba”. 

No fue al bachillerato y solo logró terminar el noveno grado, sin embargo, siempre ayudó a su papá en las labores de la casa y en el cuidado de ganado.

En 2015, las condiciones de pobreza y las ganas de superarse lo llevaron a tomar la decisión de aventurarse y recorrer los caminos que lo llevarían hacia Estados Unidos. Fueron varios días cruzando México, pero su recorrido fue interrumpido por un grupo de policías de Migración quienes lo detuvieron y lo encarcelaron por 15 días hasta que fue retornado a El Salvador.

Saúl volvió a retomar su vida como siempre, como si ese viaje fuera nada más que un sueño que no se logró concretar. “Él no pudo cumplir su sueño americano. Lo único que quería era darnos una vida mejor y traernos (para Estados Unidos) para vivir felices todos juntos y tener una vida mejor”, dice su pariente, quien vive desde hace dos años en Estados Unidos.

“¿Por qué le hicieron eso a él? Si era un joven tan humilde”, preguntó mientras murmuró con tristeza y cólera. “Ellos (los pandilleros) no se tocan el corazón para matarlo”, dice ahora.

La noche que llegó la muerte

La noche del 24 de marzo pasado, varias las personas se concentraron en un pequeño caserío del pueblo para celebrar el triunfo electoral del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), la música sonó a todo volumen y comenzaron a bailar. Uno a uno se alborotaron y se contagiaron del ambiente, en medio de la gente estaba Saúl. Todo parecía tranquilo y normal.

Dentro de ese puñado de gente salió un hombre y se dirigió hacia él. Se quedó paralizado mientras le susurró algo al oído. Las personas del lugar lo vieron todo pero nadie dijo nada, todos callaron ante el miedo. Ese hombre extraño era un pandillero.

Nadie supo lo que le dijo al oído. Solo quedó en la memoria de Saúl. Desde ese entonces, la fiesta para él se tornó amarga, mientras que la noche continuó para las demás personas.

Fue hasta las 12 de la noche cuando el silencio volvió a invadir el lugar hasta que unos minutos después unos gritos de dolor interrumpieron la tranquilidad de la noche.

Los vecinos escucharon que algo pasaba, pero el miedo no les permitió averiguar nada.

El papá de Saúl se organiza para detener a las pandillas

El municipio donde Saúl vivió toda su vida es como cualquier otro pueblo alejado de las grandes urbes, sus calles serpenteadas hechas de adoquines y en muchas ocasiones de tierra; las casas del pueblo son pintorescas y sobresalen en medio de las montañas. A primera vista es un lugar donde nadie se sentiría incómodo o inseguro.

Fue hasta 2016 cuando personas extrañas comenzaron a llegar, su semblante no le decía otra cosa a los lugareños que se trataba de criminales que llegaban con el objetivo de ganar adeptos para sus fechorías. Las personas preocupadas decidieron organizarse y alejar a la pandilla de la comunidad.

El padre de Saúl era uno de ellos, su experiencia en la guerrilla le posibilitó tener la capacidad para participar en patrullajes y mantener segura la zona. Su pariente dice que la razón del asesinato de Saúl puede venir de la lucha que su papá emprendió contra las pandillas señala que quitarle la vida a su hijo fue un golpe “donde más le dolió”.

Después de los acuerdos de paz la vida le cambió al papá de Saúl, ahora su lucha no iba contra el gobierno ni militares sino de una nueva ola de violencia que estará por golpear la comunidad donde vive. Él nunca se alejó de la comunidad y se le caracterizaba como un líder activo dentro de la comunidad preocupado por la seguridad de la zona. "Él no quería que se contaminara el lugar pero quizás por luchar contra ellos mataron a su hijo" señaló su familiar.  

“El papá siempre le inculcó el bien y le mostró el mal para que no se metiera en eso. Saúl siempre le respondía: ya estoy grande, ya maduré. No voy a andar en esas cosas”, recordó su pariente parafraseando una conversación entre Saúl y su padre. 

La búsqueda de Saúl

“Nadie sabía nada. Todos nos preguntamos y nada. Lo buscamos hasta en el monte y nada. Es duro, no sabíamos si estaba bien o no”, dice ella mientras acelera su voz con un tono desesperado. La noche del 24 de marzo, Saúl no regresó a su casa, asumieron que podría estar en la casa de algún amigo o de su novia.

Su papá, molesto, comenzó a buscarlo y a preguntar por todas partes, ya que tenía obligaciones en su casa que debía de cumplir pero nadie le daba razón. Preocupados le dijo a los policías del lugar que le ayudaran a buscarlo; las horas fueron pasando pero Saúl no aparecía. No fue hasta el lunes pasado que el cuerpo sin vida del joven apareció en una de las orillas del río, el mismo que acostumbraba visitar para divertirse con sus amigos.

“Fue muy doloroso. Es un dolor que no se puede explicar. Me siento tan impotente, lo único que me consuela es que sabemos que lo vamos a enterrar. Sería más difícil levantarse cada mañana y no saber si está bien o si ya comió”, señaló su pariente desde Estados Unidos. 

Aquel pueblo pequeño del norte del país donde los homicidios no son noticia se paralizó. La muerte de Saúl marcó un precedente, la indignación y la impotencia abrazó a todos aquellos que llegaron a conocerlo. “Ellos no van a parar. Ellos no se tocan el corazón cuando van a matar”, dijo su familiar con la voz entrecortada mientras se refiere a los pandilleros.

En una pequeña mesa de Estados Unidos

A miles de kilómetros de El Salvador los parientes de Saúl se reúnen para comer, entre risas comienzan a recordar todas las aventuras que ese pequeño pueblo les dio mientras estuvieron allí.

Uno de ellos detiene las carcajadas y dice: “Miren como nos estamos riendo y tantas tragedias que nos han pasado”. Familiares hospitalizados y otro que decidió quitarse la vida son los recuerdos de esa familia.

Esta familiar relató que cuando se enteraron que el cuerpo de Saúl había sido encontrado, un frío y un silencio los invadió. “Yo sentí un dolor en el corazón y nos sentimos tristes. Mi corazón se rompió en mil pedazos, desde ahí comenzó la angustia”, dijo el pariente al mismo tiempo que toma aire para respirar.

Ahora el temor en esta familia y en las otras de la comunidad es que las pandillas ganen terreno, aunque están claros que seguirán su lucha por no entregar su tranquilidad a grupos de criminales.

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