• Diario Digital | jueves, 18 de abril de 2024
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Una experiencia de pesadilla en el martes 13 gracias a Tigo

Una experiencia de pesadilla en el martes 13 gracias a Tigo

No creo en el martes 13 y su mala suerte,  ni tampoco que un gato negro que se cruza en el camino traiga calamidades, pero sí creo que hay empresas que no tienen ninguna empatía con el cliente.

Narro estas experiencias pues hay que exponer dichas situaciones para que las empresas de telecomunicaciones, que dan servicio de internet, mejoren su calidad de servicio al cliente, su soporte tecnológico y no ofrezcan produzco de mala calidad al usuario.

En tiempos de pandemia, muchas personas deben trabajar desde sus casas y el internet no es un lujo para ver porno o conectarse personas por Tinder, sino es una herramienta de trabajo para cumplir sus deberes laborales.

Por esa razón, decidí buscar un servicio de internet residencial. Fui a Claro y no me pareció amarrarse con  un contrato de un año pagando 75 dólares de instalación por algo que antes no se cobraba. Ahora todas las empresas cobran por instalación. Ni modo, cuando no hay regulación en el mercado todos los tipos de abusos se pueden dar hacia los clientes con total impunidad.

Al final decidí tomar un contrato con Tigo. El ejecutivo fue amable y me explicó de la forma más clara sobre lo que ofrecía el paquete de internet, cable y línea fija. Tenían la opción de contrato por un año con un cobro de instalación por  30 dólares. Le comenté que no ocupaba línea fija pues ya, en estos tiempos, los teléfonos eran casi obsoletos frente a la superioridad de los smartphone en el segmento de consumo residencial.

Me afirmó que podía ocuparlo o no y que eso no generaría gastos en mi cuenta mientras no hablara a otras líneas de otras compañías. Pensé que si era así y venía en el paquete estaba bien. Además, tener que ir a cualquier oficina cubierto con toda la protección de careta, mascarilla y guantes es una incomodidad que lo único que deseaba era retornar a mi claustro ya con una solución para el tema del internet.

Le firmé los documentos y le pedí que si se podía realizar la instalación lo antes posible por razones de mi necesidad de tener conexión a internet. El ejecutivo me expresó que se haría lo posible. Al día  siguiente, martes 13, me llama el técnico a las 2:25 pm para confirmar la dirección. Le di los puntos de referencia y en menos de 10 minutos estaba abriéndole la puerta para que comenzará la instalación e inició la pesadilla.

El técnico comenzó la instalación junto a su ayudante, un total aprendiz que ni podía meter un cable por un orificio en la pared sin los regaños de su jefe. El punto acá es que, para variar, ninguna medida de seguridad es obligatoria para estas personas. Solo una mascarilla. Le pedí que se limpiara los zapatos con desinfectante en la entrada y lo hizo , para después tener que salir y entrar con el asistente quien llevaba la mascarilla también pero no existían caretas, guantes y menos desinfección con alcohol gel —y si lo hicieron en su auto no los vi—. Para el sujeto, no existía pandemia ni respeto a la hora de sentarse en el sofá con los pantalones sucios sin pedir permiso ¿Cuántas visitas realizan estos instaladores en un día y que  medidas sanitarias toman antes de llegar a otro hogar? Seguramente ni Tigo lo sabe y menos les importa.

Después de 45 minutos instalaron todo. Le dije que me explicara claramente cómo estaría funcionando el cable y la línea fija. Me dio un tutorial verbal de 2 minutos, lo suficiente para no caer en errores que después significa tener que escribir a las redes sociales o llamar por asesoría técnica. Tomé el teléfono para ver si tenía línea y nada.

—¿Esto no está funcionando, estimado? —le pregunté

—Lo que pasa es que ahorita se está configurando. Se demora 5 minutos, pero ya todo está funcionando —me dijo apresurado mientras contestaba una llamada en su celular.

Con el asistente vimos las claves para el WIFI y comenzamos a comprobar la conexión de internet. Es lo que más me importaba en ese momento.

El televisor todavía estaba configurándose el no sé qué que el técnico me explicó, lo cual no le entendí en absoluto (por alguna razón usan todos los términos técnicos para que no se les pregunte nada de nuevo). Soy usuario y pastelero a tus pasteles y realmente solo quería que se fuese, no obstante debía explicar lo que había realizado. 

Al final estaban conectados todos dispositivos y el cable funcionando. El amigo técnico solo se quería ir rápidamente.  Antes de comprobar de que la línea telefónica funcionara. Cobrar $30.00 por la instalación era su prioridad antes de que todo quedara funcionado como debe ser.

No paraba de mirar la puerta de salida. Yo primero quería ver que se configuraba bien todo, por lo cual me había amarrado con un contrato de un año. Al final se reinició y todos los aparatos funcionaban bien, menos el teléfono. Le pagué entregándome la respectiva factura.

—¿El teléfono?  

Me explicó, casi con la mitad del cuerpo afuera del apartamento, que eso se demoraría un rato más y se fue.

Es acá donde obviamente la mala suerte tocó mi puerta, pues a los 45 minutos de instalado el servicio de Tigo el internet se cayó. Obviamente me pareció el colmo que a los minutos de instalado  ya no tuviera internet y fui a la página de Facebook para escribir y ver si era mala instalación o algo más.

Solo recordé las palabras de un amigo que Tigo era una pésima compañía en servicio residencial de internet. Escribí al inbox y me respondió el bot. De un solo lo salté con la opción hablar con un agente. Después de esperar unos minutos lo suficiente para pasar el nivel de molestia absoluta me indicaron, con la respuesta de cajón, que había problemas en la zona donde residía y que ya contaban con el equipo técnico para poder restablecer la señal lo antes posible.  

Yo les expliqué de la forma más dura que el 12 de octubre había firmado un contrato por un servicio de calidad y no uno que se cae a los minutos de instalados.  Eso vende la publicidad de esta compañía: Calidad de primer mundo con anuncios con gente feliz navegando y no perdiendo el tiempo por horas quejándose del servicio por no tener el internet por el cual han firmado un contrato y sumando niveles de estrés que causan un daño en la salud mental.

La otra respuesta fue que cuentan con diversas fallas a nivel nacional debido a las lluvias y “esperamos el servicio de restablezca lo antes posible”. Fue ahí que me que di cuenta que había tomado una pésima elección. Pensé: “Esperamos”. Las lluvias siempre están presentes  en esta temporada y, por ende, estaría en esta pesadilla continuamente pues al final uno no sabe los problemas técnicos que afectan a las compañías y como nadie fiscaliza estas situaciones uno está en las manos de la suerte ¿Cuál será el problema real? Nunca lo sabré pues la transparencia en las transnacionales no es su filosofía principal de trabajo. 

Ya llevaba dos horas metido en esta situación y decidí irme con todo en la queja para ver hasta dónde llegaban las cero soluciones reales. No confío en las redes sociales para gestionar reclamos de este nivel y menos cuando aparece la palabra “esperamos” y “lo antes posible”. Encontré escondido en Google el número de atención al cliente y pude hablar con alguien con nombre y apellido. Me explicó que había un problema en la zona y que no tenía nada que ver con la instalación realizada. Le narré que según los mismos técnicos de las empresas se debe desconectar el cable de energía para reiniciar el modem.  Me respondió que en este caso no era necesario pues era algo relacionado con la zona.

Le manifesté el punto de mi disgusto pues acababa de firmar un contrato por un año y que si estos problemas eran frecuentes en la zona sería el colmo de la mala suerte.

Sabía que tendría que ir a la Defensoría del Consumidor, lo cual no deseaba pues era meterse en otra situación de mala vibra y toxicidad lo cual en estos tiempos de pandemia no es bueno para la salud mental. Decidí esperar que solucionaran el problema; solución que nunca llegó. Y como con mensajes por redes sociales no se cambian el mundo, tomé la actitud de ni modo.  

Son las 11:24 pm y el internet no vino. Reinicié  el modem como lo hacía antes cuando mi madre tenía servicio con esta empresa  y volvió por un rato y después se cae nuevamente. Ya hablé con un abogado para ver cómo puede hacer para anular un contrato en base a que Tigo no tiene la capacidad para poder cumplir con los servicios que ofrece en su publicidad y en sus discursos de venta. Y a la vez pienso cómo una empresa que debe ofrecer soluciones a sus clientes termina dando más problemas. Eso sí, en algo sí estarán atentos y serán eficientes cuando llega la hora de cobrar y a el momento de denunciar a Dicom por mora a los usuarios. En eso no se usa la palabra “esperamos”.

12:01 am del 14 de octubre y de esta forma termina un martes 13 de estrés y fantasmas reales de la mediocridad  gracias a la calidad del servicio de Tigo.

8:08 am “Le invitamos a estar al pendiente cuando sea resuelta la falla en la zona…” ¿Por cuántos días más? Me pregunto.

Esa es la última respuesta a las quejas efectuadas. Cero soluciones reales.  No queda otra opción que exponer estas situaciones las cuales otros miles de personas sufren como clientes. Dichas historias se pueden leer debajo de las publicaciones de promesas falsas de calidad en el servicio que hace Tigo en la publicidad en sus redes sociales.

Una fresa más en el pastel de las trasnacionales que se venden con una imagen de falsa realidad de liderazgo frente a una realidad de empresa bananera del tercer mundo ¿Quiere vivir una experiencia parecida? Contrate los servicios de internet de Tigo.