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“Lo que no sufrí con mis hijos, lo estoy sufriendo con mi nieta”, el lamento de una abuela a las afueras del Bloom

Fue hasta que llegaron a la capital que le practicaron una serie de exámenes que arrojaron el terrible diagnóstico: Carolina tenía cálculos en los riñones, una especie de piedras que podrían crecer y obstruir al riñón.

NIña ingresada @LaVanguardia-Web
Imagen de referencia tomada de La Vanguardia.
“Lo que no sufrí con mis hijos, lo estoy sufriendo con mi nieta”, el lamento de una abuela a las afueras del Bloom

El reloj marcaba quince minutos para las cuatro de la madrugada cuando dos mujeres y una pequeña de dos años salían de su hogar en Santa Ana rumbo a la capital para atender a la menor de edad que padece de cálculos en los riñones.

A horas de celebrarse el Día de la Madre tanto abuela como la madre de la menor están angustiadas. Han llegado al Bloom a recibir el diagnóstico definitivo, si van a operar o no a Carolina (nombre cambiado por ser menor de edad). 

“Nosotros sentimos un escalofrío que no se imagina, pensamos lo peor cuando nos dijeron que por esa enfermedad podrían operar a la niña. Lo que no sufrí con mis hijos, lo estoy sufriendo con mi nieta”, dijo Carmen, abuela de la menor.

Para estas mujeres no es difícil levantarse temprano y salir de su hogar antes de que los rayos de sol iluminen el pedregoso y polvoriento camino que los lleva hacia la carretera en donde esperan el transporte colectivo. Para ellas lo más difícil es el traslado con una pequeña de dos años enferma en un autobús totalmente lleno de pasajeros.

El padecimiento de Carolina cambió la vida de todas las personas que le rodean, pues ellos nunca pensaron que la más pequeña de la familia no gozaría de la buena salud que los ha caracterizado.

Carmen recuerda que todo inició cuando la niña cumplió cinco meses de haber nacido. En ese momento, notaron que la orina de la pequeña eran de un color amarillo intenso, algo que preocupó a la madre de Carolina.

“Cuando vimos que tenía el pipí así le comenzamos a dar bastante agua para ver si con eso se le quitaba, pero no”, dijo la abuela de la menor de edad a El Salvador Times. 

La familia optó por ir a la unidad de salud más cercana a su hogar, en donde le diagnosticaron a la menor infección en las vías urinarias y le brindaron el medicamento necesario para tratar el mal que aquejaba a Carolina.

Todo parecía ir bien, las muestras de orines de la niña poco a poco iban esclareciéndose, pero tres meses después de haberse sanado, la menor inició nuevamente con los síntomas, razón por la que fue llevada al hospital San Juan de Dios en Santa Ana.

“Ahí le dijeron lo mismo que en la unidad de salud, que la niña tenía infección y que le darían las medicinas”, aseguró Carmen.

El diagnóstico

La familia comenzó a sospechar que algo no estaba bien con la menor y por consejo de una vecina decidieron visitar una clínica particular en donde se encontraba un médico que había sido sumamente recomendado.

Según Carmen, el profesional les aseguró que era inusual que una niña, que en ese momento ya había cumplido nueve meses, tuviera infecciones con tanta frecuencia, por lo que refirió a la paciente hacia el nosocomio de Santa Ana para que evaluaran mejor su condición de salud.

“Volvimos a ir al hospital y nos refirieron para el (Hospital Nacional Benjamín) Bloom, nos dijeron que ahí estaban los mejores especialista y que ellos sabrían lo que tenía mi nieta”, relató la abuela de Carolina a este medio. 

Pese a lo ocurrido, los padres de la menor nunca creyeron que lo que se le había tratado como una infección era uno de los síntomas de una enfermedad que estaría atacando los riñones de la menor.

Fue hasta que llegaron a la capital que le practicaron una serie de exámenes que arrojaron el terrible diagnóstico: Carolina tenía cálculos en los riñones, una especie de piedras que podrían crecer y obstruir al riñón.

Ahora, han llegado hasta el hospital nuevamente con la esperanza de que haya una cura para la pequeña, sin que tengan que intervenirla quirúrgicamente, aunque esperan que pronto recupere su salud. 

Para Carmen, quien se ha quedado esperando a las afueras del Bloom estos meses de con su nieta han sido un verdadero calvario. Asegura que desde hace cuatro años este grupo familiar ha tenido lo que ellos califican como “una mala racha” que inició con la muerte del abuelo de Carolina, un hombre amado por su esposa y sus cinco hijos que aún lloran su partida.

Según Carmen, el dolor de haber perdido a su esposo llevó a la familia a mudarse de su hogar a un lugar en el que las dificultades eran mucho más grandes que en las de su antiguo hogar.

“En la casa no tenemos agua potable en varias ocasiones hemos pedido la ayuda de la alcaldía, pero no nos hacen caso”, relató la anciana, quien aseguró que una pipa es la que llega a vender el agua que necesitan para su consumo diariamente.

A esa grave crisis se le agrega todo lo que deben padecer con la niña y al esperanza de una familia de un futuro mejor. 

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