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El general Hernández Martínez y el primer grito de Independencia

En ningún momento del proceso de independencia se dan confrontaciones armadas entre criollos y originarios con las fuerzas del reino

 

El general Hernández Martínez y el primer grito de Independencia

Nuevos datos sobre la historia del país van surgiendo, gracias a la investigación documental de historiadores e intelectuales salvadoreños. El primero de ellos que comparto en este artículo, es relacionado con el gobierno del General Maximiliano Hernández Martínez, (1882-1966), referente a la “Política de la cultura del Martinato” como le llama en su obra del mismo nombre el intelectual salvadoreño, Rafael Lara Martínez. Y el segundo dato es el resultado de una investigación de  la Maestra Eugenia López Velásquez, docente en Historia de la Universidad de El Salvador: "Los motines populares de noviembre de 1811 contra el despotismo y 'el mal gobierno' provincial y local. Una perspectiva diferente".

Del primer tema me entere en amena conversación con  el historiador, investigador y catedrático: Gregorio López Bernal, que se refería sobre lo peculiar de la persona y gobierno del General Martínez, en el contexto de una situación internacional y nacional que delinearon ese periodo histórico, clave para entender los rasgos culturales de  El Salvador actual.

El general Maximiliano Hernández Martínez es uno de los pocos militares de esa época, inicios del siglo 20, que tuvo una formación académica militar. Estudio en la escuela Politécnica de Guatemala donde obtuvo con notas de excelencia su grado de subteniente. Martínez acumulo en el transcurso de su vida militar, numerosos diplomas, hasta llegar a General de Brigada en 1919. Estudio en la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales en la Universidad Nacional, sin concluir sus estudios. 

En Enero de 1932, frente al levantamiento campesino, los reprime con los resultados que todos conocemos. Lo interesante de esta historia es que luego de la represión, Martínez que antes de llegar al poder formaba parte del movimiento Teosófico salvadoreño y en el cual  se relaciona con artistas e intelectuales  de la época con quienes y ya en el gobierno como Presidente, fomentan  el rescate de la imagen del indio bueno salvadoreño, proyectándolo como parte del alma nacional.  Desde ese fundamento es que se esgrime lo que se considera la primera política cultural de El Salvador. 

Acto seguido, el movimiento de rescate y posicionamiento, promueve las manifestaciones culturales y artísticas, que van desde el apoyo económico personal a algunos artistas e intelectuales,  hasta la promoción a escala nacional de las obras de autores del país. En algunos cuarteles se leen poemas; proliferan las exposiciones del arte en todas sus manifestaciones. Y se considera al indígena como una fuente de inspiración romántica y sustancia de la nacionalidad.

El otro hecho que me pareció interesante, son el resultado de recientes investigaciones de la historiadora Eugenia Velásquez,  sobre el proceso de la independencia del país. Ese proceso que estaba vinculado íntimamente a los sucesos críticos, en esos momentos en el reino de España y el movimiento que criollos, ladinos, mulatos y originarios, realizaban acá en nuestra región.

Sucede que en esa época de 1811, cuando se conmemora el primer grito de independencia, y la sonada de las campanas de la Iglesia de la Merced; las fuentes históricas no registran hechos masivos conducidos por los criollos o de confrontación armada. En ningún momento del proceso de independencia se dan confrontaciones armadas entre criollos y originarios con las fuerzas del reino. Lo que sucede esos días, es que los líderes indígenas de algunos barrios y pueblos cercanos a San Salvador, llaman a sus bases a manifestar su descontento, por varias causas, entre ellas que el fondo económico que los indígenas conservan y utilizan en caso de emergencias, desastres o calamidad, había sido requisado por los funcionarios españoles y enviados a España, que los requería por su situación económica insostenible ante la expulsión del Rey Fernando VII por los Bonaparte. Las autoridades —para sofocar el movimiento— ordenan la captura de los líderes indígenas de los barrios adyacentes a la capital, los que son denunciados por ladinos y criollos. Luego enviados a prisiones fuera del país. De ello no se sabe más o no hay registros sobre su paradero final. 

He querido apuntar con estos hechos, la riqueza de nuestra historia tan poco divulgada y el poco conocimiento que todavía  la mayoría tenemos sobre estos sucesos que configuran la identidad salvadoreña.