• Diario Digital | viernes, 29 de marzo de 2024
  • Actualizado 00:00

Reflexiones desde la profundidad de la estupidez global

Reflexiones desde la profundidad de la estupidez global

“No es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma”, Jiddu Krishnamurti.

Ninguna sociedad quiere que seamos inteligentes. Esto va en contra de los fundamentos oscuros de su misma conformación del poder. Si las personas son inteligentes y críticos de sus entornos,  no pueden ser explotadas, manipuladas, no pueden ser forzadas a vivir mecánicamente sin un espíritu reflexivo.

Ellos buscarán -los que salgan de la oscuridad impuesta-, primero crecer en su individualidad y después desarrollarse es su aspecto humano solidario. Estos hombres y mujeres libres llevarán el germen de la rebelión humanista. Amarán vivir en libertad y se convertirán en el verdadero recambio para estas sociedades sumidas en la ignorancia masificada y la falta de libertad amarrada por las cadenas de un sistema global injusto y deshumanizado.

Ninguna sociedad quiere que seas libre. Las sociedades comunistas, capitalistas y fascistas buscan amarrar al hombre, tras los barrotes de la manipulación y buscan que su inteligencia sea copiada como un clon, donde su propia visión sea destruida y sustituida por las órdenes de los poderosos; quienes están atrás de los gobiernos títeres y corporaciones que destruyen el planeta.

En el momento que se comienza a pensar y usar su propia inteligencia en busca del libre albedrío, te vuelves peligroso para el sistema; peligrosos para esas personas que están en el poder; peligrosos para aquellos que nos ven solo como un número estadístico y un voto para llenar sus urnas para legitimar su control humano.

Te  vuelve peligroso para aquellos eruditos de quinta categoría, periodistas vendidos, profesores ideologizados y filósofos comprometidos con una visión parcializada de la realidad. Estos desean monopolizar el conocimiento y las posturas críticas, buscando encadenar nuestra vida a visiones obtusas y no evolutivas.

Al usar y desarrollar nuestra inteligencia, el individuo se convierte en una amenaza para todo tipo de opresión, explotación y manipulación social, política, cultural y económica. Y será perseguido y buscarán encasillarlo como una oveja negra o un ser extraño antisocial. El gran precio a pagar será la soledad hasta que otros vayan rompiendo las cadenas.

El punto es como no caer en la oscuridad de la ignorancia masiva que afecta a estas “sociedades líquidas” ( Zygmunt Bauman). La constante búsqueda del conocimiento es vital para mantenernos apartados de las masas y de los involucionados sociales.

La inteligencia y el conocimiento son las armas de una nueva revolución, que debe frenar la ignorancia y la maldad que invade nuestro planeta. Los líderes de las grandes potencias solo quieren manipularnos para ser parte de la carne de cañón en sus luchas por el poder económico y migajas para sus aliados, que son los primeros en buscar encasillar la inteligencia crítica como un delito al mismo nivel del terrorismo.

Un hombre libre lee y vuelve a leer sabiendo que esto le ayudará a ver la luz y, de esa forma, abrazar la libertad única de convertirse en una persona inteligente, no perfecta. Pero, con la inteligencia para darse cuenta que nos quieren convertir en esclavos y buscará el momento exacto, para crear una nueva oportunidad de una sociedad realmente justa y libre de las ideologías de odio, la lucha de clases eternas, la explotación, la desigualdad, la pobreza humana. Y, también, será consiente que esa lucha no será fácil y puede costar muchos años para la meta de una evolución humana, donde la solidaridad sea el pilar fundamental de una nueva “polis” y no el egoísmo privado de unos pocos.

Un hombre inteligente es fuego viviente, es luz para guiarse el mismo de la oscuridad que nos atrapa en noches que duran vidas completas y que solo se es libre al final de nuestros días. Ese hombre libre no puede vender su vida.  Él no será un sirviente que pone la silla a un amo pues prefiere morir a convertirse en un esclavo de la estupidez global.