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Judiciales - Extinción de la pena

Exsargento de extinta Policía Nacional que asesinó a una empresaria y a una alemana recupera su libertad

Los asesinatos de ambas víctimas, quienes eran socias empresariales, fueron cometidos por Roberto Antonio Hernández Rosales en 1995. El sujeto intentó fugarse en dos ocasiones.

expolicía Roberto Antonio Hernández Rosales
Roberto Antonio Hernández Rosales era sargento en la extinta Policía Nacional.
Exsargento de extinta Policía Nacional que asesinó a una empresaria y a una alemana recupera su libertad

El exsargento de la extinta Policía Nacional (PN), Roberto Antonio Hernández Rosales, quien fue sentenciado a 70 años de prisión por los homicidios agravados de dos mujeres acudirá en los próximos días a una audiencia de extinción de la pena por medio de la cual quedará en libertad.

Hernández Rosales fue encontrado culpable por los crímenes de Elizabeth Palomo de Cromeyer y Renate Kalberg, esta última, una ciudadana alemana. Ambas víctimas eran socias de una empresa donde comercializaban muebles y ofrecían servicios de decoración de viviendas, según detallan los registros del caso. Los homicidios, ejecutados en 1995, fueron cometidos con 60 días de diferencia.

El expolicía, quien era miembro de una peligrosa estructura criminal en los años noventa, también fue procesado por los delitos de privación de libertad y evasión y recibió varias condenas en el ámbito civil. El Tribunal 1°de Sentencia de Cojutepeque y otros lo condenaron al pago de dinero en efectivo por evasión violenta; por su parte, en aquel entonces el Juzgado 8° de lo Penal (hoy de Instrucción), lo condenó a tres años de cárcel por privación de libertad. En total fueron ocho delitos que llegó a sumar.

El condenado, que se dedicó a robar, matar y amenazar a personas de acuerdo a investigaciones policiales de la época, presentó varios recursos de amparo ante la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) para optar por su libertad.

Ante esto, la Sala ordenó al juzgado realizar un nuevo cómputo de la pena y por ello Hernández Rosales terminó con la libertad a su favor, por lo que el Juzgado 1° de Vigilancia Penitenciaria y Ejecución de la Pena le notificó su actual situación jurídica y le informó sobre la audiencia de extinción de la pena, programada para la próxima semana.

La audiencia de rehabilitación de derechos se realizará hasta que el expolicía pague la responsabilidad civil determinada, misma que asciende a 12 mil dólares.

Cuando el sujeto fue procesado en los años noventa, el Juzgado 4° de lo Penal lo condenó a sus primeros 60 años; sin embargo, por tratarse de un proceso del código derogado solo purgará 30, que era la pena máxima de aquel entonces.

Además, se pudo haber realizado un conteo de los días en los que estuvo detenido provisionalmente y sin haber recibido pena carcelaria. Antes de que la Ley Penitenciaria fuera reformada, por cada día que pasara arrestado sin ser procesado se contabilizaban por dos.

Dos intentos de fuga

Hernández Rosales logró escapar en dos ocasiones, pero en ambas fue recapturado. La primera de ellas ocurrió el 14 de marzo de 1995, cuando se encontraba detenido en las bartolinas del Centro Judicial “Isidro Menéndez”, en San Salvador.

El expolicía se fugó tras aprovechar una confusión de su nombre con el de un imputado que quedaría libre. Hernández Rosales se hizo pasar como la persona a la que liberarían, por lo que escapó.

A uno de los vigilantes del centro judicial lo detuvieron en ese momento debido a lo ocurrido. Días después detuvieron al homicida de Karlberg y Palomo de Cromeyer.

La segunda ocasión que burló a las autoridades fue cuando se escapó del centro penal de San Francisco Gotera, Morazán, en 1997, al ocultarse en el interior de un ropero con doble fondo, mismo que fue elaborado en la carpintería de la penitenciaría y que fue comprado por una mujer.

Al siguiente año, el 10 de febrero de 1998, Hernández Rosales fue recapturado en la calle Concepción de San Salvador, tras amenazar con arma de fuego a una mujer. El sujeto trató de cambiar su apariencia física, pues se arrancó tres dientes y se dejó crecer el cabello.

Roberto Antonio Hernández Rosales

El asesinato de la esposa de un empresario frente a sus dos hijas

La tarde del 18 de enero de 1995, cuando el reloj marcaba las 2:30 de la tarde, Elizabeth Palomo de Cromeyer se encontraba junto a sus dos hijas frente a la puerta de su vivienda, ubicada la urbanización Loma Linda, al sur de San Salvador.

La mujer tenía pocos minutos de haber estacionado su vehículo en el parqueo de la residencia, pues había ido a traer a sus hijas al centro educativo en donde estudiaban, cuando fue sorprendida por Hernández Rosales y otros cinco sujetos más.

Pese a que la mujer accedió sin resistencia a darles sus pertenencias, recibió un disparo en el tórax frente a los ojos de las menores de edad. La mujer murió tras el ataque y bajo los gritos desesperados de sus dos hijas.

Mientras que los sujetos huyeron en el vehículo en que habían llegado y de paso robaron el automotor de la víctima, mismo que fue encontrado quemado en el kilómetro 7 de la carretera que conduce hacia el municipio de Rosario de Mora.

La alemana que murió en un asalto

Dos meses después de cometer el asesinato de Palomo de Cromeyer, el 18 de marzo de 1995, la ciudadana alemana Renate Kalberg fue asesinada por el exsargento de la PN cuando le disparó por robarle dinero, joyas y su vehículo, según comunicaron en su momento las autoridades policiales.

Kalberg murió de un disparo en su cabeza, a eso de la 1:00 de la tarde, en el interior de su negocio de muebles y decoraciones de hogares, ubicado sobre la 89 avenida Sur, en el paseo General Escalón de San Salvador.

Hernández Rosales y tres sujetos más cometieron el homicidio de la alemana, quien residía en el país junto a su esposo, un ejecutivo de la empresa Bayer, y sus dos hijas nacidas en El Salvador.

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