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Política - Cómo y por qué se dispersó la derecha (Cuarta y última entrega)

Una mayoría dispersa derrotada por una minoría organizada

(CUARTA Y ÚLTIMA ENTREGA) En la historia nacional, ninguna fracción partidaria disidente que intentó establecerse como fuerza independiente había logrado sobrevivir. Todos esos intentos, en la izquierda y la derecha, fracasaron en su primer desafío electoral, no obteniendo siquiera los votos legalmente necesarios para seguir existiendo como partidos. 

GANA
Una mayoría dispersa derrotada por una minoría organizada

En las dictaduras se considera toda disidencia como una traición. En las democracias incipientes, o muy débiles, ese prejuicio persiste, aunque con una diferencia de grado: el dictador no vacila en decretar y ejecutar la pena de muerte para el supuesto traidor, mientras que el aprendiz de demócrata no suele ir más allá del linchamiento moral para provocar eso que llaman la muerte civil.

Los diputados disidentes de ARENA, y su supuesto líder, Tony Saca, fueron sometidos a ese proceso de infamación, aunque el mar de acusaciones en su contra solo produjera oleadas de rumores y afirmaciones taxativas huérfanas de pruebas. Ya el 20 de octubre de 2009, Rafael Castellanos, un empresario muy cercano al partido ARENA, se hacía eco de esos rumores, y ejercía él mismo la mencionada taxatividad, en una columna de opinión de La Prensa Gráfica, en la que además extendería la acusación hacia los otros dos partidos de centroderecha. Conciliación Nacional y Democracia Cristiana: 

“Los 12 disidentes estarían dirigidos por Tony Saca aunque lo niegue, a ellos se sumarían algunos del PCN y de la DC cambiando dramáticamente la aritmética legislativa. El FMLN conseguiría suficientes votos para mayoría calificada, cuando menos, mayoría simple. Es muy mencionado que las voluntades se han comprado con dinero de  (José Luis) Merino (el más poderoso dirigente del FMLN), y los votos le servirían para manejar el país desde la Asamblea Legislativa, pues el FMLN no contaba con que Mauricio Funes resultaría tan independiente. Así dominarían al presidente y al país.

“Saca comenzó a hacer perder la elección, desde las primarias amañadas, jugó todo el tiempo con la buena voluntad de quienes tuvo enfrente, diciendo a todos lo que querían oír y haciendo lo que le vino en gana. Manejó la campaña como si a propósito la quería perder, por eso, analistas y correligionarios, comenzaron a manejar la hipótesis de que ya había pactado”. 

Al día siguiente, el Comité Ejecutivo Nacional de ARENA, Coena, emitió un comunicado oficial en el que validaba algunos de los elementos adelantados por Rafael Castellanos, y ponía en el banquillo de los acusados a la persona quizá más cercana al ex presidente Antonio Saca:  

“Alianza Republicana Nacionalista, ARENA, a la opinión pública, a las estructuras y correligionarios de nuestro partido, alerta: 

“Que no se dejen sorprender por el señor Herberth Saca, quien no pertenece ni ha pertenecido a la militancia de nuestro partido.

“Que existen evidencias claras de negociaciones del señor Saca con el señor José Luís Merino, miembro de la comisión política del FMLN, quien pretende el control total del FMLN y de la mayoría en la Asamblea Legislativa.

“Que en el pasado inmediato, prevaleciéndose de su condición  de pariente del ex presidente Elías Antonio Saca González, y con el fin de socavar la disciplina y prevalecerse de ello para su provecho personal y del señor Merino, ha efectuado un trabajo de intriga al interior del partido, incitando a la indisciplina para con las autoridades legítimas de nuestro partido.

“ARENA hace un llamado de reflexión a los doce diputados disidentes a que se alejen de estas malas influencias ya que el daño que se está ocasionando al país es crear una gran incertidumbre, desconfianza y paralización de inversiones”.

En suma, la imagen que se proyectaba sobre de los 12 diputados disidentes era la de meros títeres manipulados desde la sombra por personajes perversos. Y, como consecuencia, se daba por descontado que en esas condiciones pudieran tener la menor posibilidad de sobrevivencia en la competencia política. En realidad, en la historia nacional, ninguna fracción partidaria disidente que intentó establecerse como fuerza independiente lo había logrado. Todos esos intentos, en la izquierda y la derecha, fracasaron en su primer desafío electoral, no obteniendo siquiera los votos legalmente necesarios para seguir existiendo como partidos. 

Y siendo así, nadie creía razonablemente que aquellos 12 disputados correrían una suerte distinta. 

“Esa es una verdad a medias”, me dijo Guillermo Gallegos, uno de aquellos 12 diputados, cuando le le pregunté sobre el punto en una entrevista, y agregó: 

“La dirigencia de ARENA no creía para nada en nuestra supuesta irrelevancia. Los dirigentes areneros sabían algo que los demás ignoraban: si bien es cierto que solo éramos 12, también era verdad que éramos los 12 más destacados en el trabajo territorial del partido, y que nosotros solo éramos la cara pública de una considerable estructura territorial que estaba con nosotros. Precisamente porque sabían eso es que nos temían y eso es lo que explica la fuerza y la intensidad de la campaña de desprestigio en nuestra contra”.

Como quiera que fuese, lo cierto es que los presuntos manipuladores desde la sombra nunca aparecieron, y fue ese joven diputado de perfil altamente combativo y de incesante activismo territorial, Guillermo Gallegos, quien se fue convirtiendo en la figura más visible de aquel movimiento disidente.

Convertido en fracción parlamentaria independiente, y definiéndose como una nueva derecha, o derecha popular no dispuesta a someterse al dictado del gran capital que habría cooptado el control del partido ARENA, ese movimiento comenzó a dar todos los pasos legales necesarios para poder constituirse en partido político, cosa que lora en mayo de 2010 bajo el nombre de Gran Alianza por la Unidad Nacional, GANA.

La legalidad del nuevo partido estaba conseguida, pero la verdadera prueba de fuego, que negaría o validaría su legitimidad, tendría lugar en las elecciones municipales y legislativas de 2012. Y para asombro de muchos GANA pasó la prueba al obtener, ya por la vía de las urnas, 11 diputaciones y 17 alcaldías, convirtiéndose en la tercera fuerza política del país. Después de una segunda competencia electoral, en 2015, GANA consolidó su legitimidad al preservar sus 11 diputaciones y conseguir 18 alcaldías, ratificando su condición de tercera fuerza política nacional, lo que supone ser un factor clave para la gobernabilidad.  

Correlación de fuerza y gobernabilidad

Los hechos desmintieron o al menos relativizaron la teoría conspirativa lanzada por ARENA en relación a los actores de la alianza o bloque de fuerzas que se formó en la Asamblea durante el primer gobierno de izquierda. Según esa teoría, esa alianza estaría conformada por el partido FMLN y los tres partidos de centro derecha (PCN, PDC y GANA) prácticamente en contra del entonces presidente Mauricio Funes.

Pues bien, no fue así, y quien lo explicó con meridiana claridad fue el mismo Mauricio Funes en una desconcertante y muy reveladora entrevista concedida al periódico mexicano La Jornada, el 22 de junio de 2011, y que vale la pena citar extensivamente:

“Estoy consciente de que la gente se va a decepcionar. Nunca pensé utópicamente; sabía que me iba a distanciar de las aspiraciones históricas de la población. Entiendo que los sindicatos estén frustrados, entiendo la frustración de los maestros con los que pacté una mejora en su condición salarial y hoy no vamos a cumplir eso en los términos en los que acordamos. Es que no tengo más recursos para mejorar los hospitales, para mejorar el nivel de vida de muchos. 

“Tuve que enfrentar al FMLN, que pensó que había ganado la presidencia y que se podía vaciar en el gobierno, pero se encuentra con un presidente que les dice no, la población votó por un proyecto pero también por una persona; para que quien esté al frente del Ejecutivo haga lo que se puede hacer y eso requiere una gran dosis de sensatez, de pragmatismo (...) En ese enfrentamiento con el partido FMLN se me fue el tiempo. El liderazgo del FMLN no entendió el tipo de gobierno que se podía hacer. Si hubiera entendido desde el principio lo que se podía hacer y lo que no, nos hubiéramos podido enfilar hacia un pacto social.

Y aquí viene el punto fundamental:

“Yo no controlo el partido en el gobierno ni el Congreso y tengo que negociar con la derecha. No controlo el órgano judicial y mejor que así sea. No controlo a las gremiales empresariales ni al movimiento social. Esta presidencia está atacada por la izquierda y por la derecha.

 “Por razones pragmáticas tuve que empezar con los acuerdos con la derecha, de lo contrario no podía sacar muchos proyectos que pasan por la Asamblea. Por ejemplo, los créditos que negociamos con la banca internacional para proyectos de los sectores más vulnerables: vivienda social, programas de primer ingreso, red solidaria en las zonas rurales, útiles escolares gratuitos que nos ayudan a evitar la deserción. Eso lo financiamos con préstamos. Y para obtenerlos, me tuve que entender con la derecha”.

Es decir que fue al revés de lo dicho por ARENA: la alianza no se dio entre el centro derecha y el FMLN contra Funes, para implantar aquí el socialismo del siglo XXI, sino entre Funes y el centro derecha para superar la ortodoxia del FMLN y garantizarse la gobernabilidad democrática y el cumplimiento de al menos una parte de sus promesas de campaña.

Llegados a este punto, y considerando toda la información vertida en las entregas anteriores, es importante tomar en cuenta algunos hechos que al ser interrelacionados ilustran a cabalidad el tema de la dispersión de la derecha y sus implicaciones:

En 2009, el FMLN con un candidato externo, Mauricio Funes, le sacó 70 mil votos de ventaja a ARENA, En 2014, con uno de sus líderes históricos como candidato, Salvador Sánchez Cerén, volvió a derrotar a ARENA en una segunda vuelta, pero esa vez la diferencia a su favor se redujo dramáticamente a unos 6 mil votos. 

Pero hay otro dato relevante: en esas elecciones de 2014 el centro derecha (GANA, PCN y PDC) se coaligaron bajo las siglas de UNIDAD, postularon a Tony Saca como candidato y obtuvieron 300 mil votos, quedando fuera de la competencia para la segunda vuelta, que había sido ganada por el FMLN por casi 300 mil votos de diferencia sobre ARENA. Pero, en la segunda vuelta, ARENA recuperó casi 300 mil votos, y por eso la brecha respecto al FMLN se redujo a solo 6 mil votos.

Eso implica que los votos del centro derecha, ya fuera de competencia, se desplazaron hacia ARENA. Es decir que el electorado salvadoreño conservador de derecha es francamente mayoritario.

La actual correlación de fuerzas en la Asamblea legislativa no deja ninguna duda al respecto. Si se suman los disputados de ARENA (35), GANA (11); PCN (6) y PDC (1), la derecha cuenta con un total de 53 curules, en tanto que la izquierda, el FMLN, solo tiene 31. 

En definitiva, el mayor Roberto d’Aubuisson tenía razón cuando hablaba de la izquierda como una minoría organizada y de la derecha como una mayoría dispersa. Es por esta razón que algunas de las cabezas mejor amuebladas de la dirigencia arenera se han comenzado a plantear desde hace un tiempo la cuestión de la reunificación de la derecha dispersa. Pero ese planteamiento es difícilmente digerible para los dirigentes más sectarios y extremistas de ese partido. 

El problema de las reunificaciones de las familias políticas dentro de un mismo campo ideológico, sin embargo, no se resuelve a partir de la simple voluntad. Si el origen de la dispersión es el agotamiento de un programa político, asociado por ejemplo a los intereses del gran capital, la condición imprescindible de cualquier posibilidad de reunificación pasa por la regeneración de ese programa político, que tendría que representar y defender los intereses de la mayoría popular. 

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