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Sucesos - Crisis

Agentes del extinto GRP denuncian castigos y descuentos en salarios tras desaparición de Carla Ayala: “No todos estuvimos en la fiesta”

Sobrecarga de trabajo, olvido de las autoridades de la PNC, falta de equipo y el descuento arbitrario de sus salarios son algunas de las quejas que elementos del extinto del GRP señalaron en una entrevista exclusiva con El Salvador Times. 

GRP
Los exagentes del GRP que conversaron con El Salvador Times aseguran no estuvieron en la fiesta, donde Carla Ayala resultó herida y desaparecida.
Agentes del extinto GRP denuncian castigos y descuentos en salarios tras desaparición de Carla Ayala: “No todos estuvimos en la fiesta”

Elementos del Grupo de Reacción Policial (GRP) denunciaron que sus salarios han sido reducidos de manera injustificada luego de la desarticulación del grupo élite de la Policía Nacional Civil (PNC) en diciembre del año pasado, luego del escándalo protagonizado por un grupo de miembros que dispararon y desaparecieron a una agente policial después de una fiesta navideña en la sede policial en la que hubo bebidas alcohólicas.

Mike y Kevin (nombres que han sido modificados para proteger su identidad) denunciaron a El Salvador Times que luego de la notificación de desarticulación del GRP, en enero de este año, fueron removidos de sus puestos y trasladados a delegaciones en todo el país en calidad de seguridad pública, es decir, como cualquier otro policía sin la categoría de élite.

Esto conllevó a que también les anunciaran una reducción injustificada de las garantías salariales que poseen por tener un cargo alto dentro de la PNC, según los agentes. Ni Mike ni Kevin estuvieron en esa fiesta en la que el alcohol y el crimen de la agente Carla Ayala marcaron el final de una de las más destacadas unidades de la corporación policial. 

“Se nos dijo que por el caso que ocurrió en diciembre, el GRP iba a ser depurado e íbamos a pasar un proceso de selección para sanar al GRP, el cual no fue así. Todo fue un engañó cuando disolvieron el GRP. Pedimos que se nos devuelva nuestro antiguo trabajo”, demanda molesto Mike, quien tiene 15 años de pertenecer a la fuerza especial de la policía, al igual que Kevin.

Un miembro del GRP tiene un salario base de $530, los cuales son depositados cada mes, un sueldo igual al que percibe un agente policial de rango bajo; pero la preparación especial que lleva un agente élite lleva consigo un sobresueldo de $70, gastos de alimentación de $60 y el régimen de disponibilidad de $190, el cual se deduce de un trabajo una jornada de 12 horas. Estas prestaciones suman $320 más cada mes, para un sueldo en total de aproximadamente $850.

Los agentes aseguran que tras la desarticulación notaron que cada mes que iba pasando el sueldo era reducido. Denuncian que en enero no les depositaron los $60 para gastos de alimentación; en febrero hizo falta el sobresueldo y la alimentación; y en marzo dejaron de percibir todos los privilegios que tenían cuando permanecían al GRP. “No sé cómo voy a hacer este mes”, dijo Mike desesperado luego de detallar las condición en la que se encuentra.

Las autoridades policiales en ese entonces prometieron a los agentes que por tres meses estarían bajo ese cargo, pero los privilegios salariales siempre se mantendrían. Mike y Kevin aseguraron que esos tres meses servirían para “limpiar” al grupo élite de malos elementos que estaban dentro. Algo que nunca llegó. 

“Nos engañaron al decir que no iba a desaparecer. Nos dijeron que iba a hacer un proceso de curación”, señaló Mike. Los dos agentes explicaron que así como ellos, los otros 100 agentes que pertenecían a esta unidad están en las mismas condiciones.

Una fiesta llena de escándalos que salpica a los demás del GRP

“No todos estuvimos en la fiesta… ¿Qué tengo que ver con esa fiesta? Yo tengo que sacar a mi familia adelante, no es justo”, dice molesto Mike al momento de cuestionarlo sobre la celebración realizada el 28 de diciembre de 2017 en la que la agente Carla Ayala fue herida de bala y posteriormente desaparecida por un agente del GRP, quien se encuentra fugitivo de las autoridades policiales.

Ambos se encontraban de vacaciones cuando el hecho ocurrió, por lo que no pudieron palpar todo lo ocurrido, sin embargo, las consecuencias han sido parejas para todos los más de 100 miembros que integraban esta unidad,  aseguran. 

Mike llegó el 3 de enero, seis días después del incidente, y señaló que se enteró que desde el 29 de diciembre los agentes ya habían sido limitados en sus acciones por parte de la dirección de la PNC. Ya no salieron de la base donde pasaron alrededor de 15 días sin hacer nada solo “descansar” a la espera de las nuevas órdenes, en medio del escándalo mediático por la fiesta y que los días continuaban acumulándose sin tener idea del paradero de Carla Ayala.

Tanto Mike como Kevin señalaron que después de la fiesta el prestigio que antes condecoraba al GRP ahora fue manchado por la acciones de “dos criminales” que participaron en los eventos del 28 de diciembre.

Las investigaciones por ahora en este caso no han sido concluyentes, a tal grado que se desconoce -por ejemplo- si se están investigando a los jefes del GRP o a otros miembros, pues por ahora solo cinco agentes han sido acusados judicialmente, incluido el agente prófugo Juan Josué Castillo Arévalo, quien le habría disparado a Carla y la habría hecho desaparecer.

La nube negra que se posó sobe la sede de uno de los grupo más elitistas de la Policía Nacional Civil provocó que la vida diera un cambio radical en la mayoría de los agentes, quienes han sido preparados para el combate de choque contra pandilleros del país.

Aseguran que los demás compañeros de la corporación los ven como si fueran criminales y son marginados, lo que ha provocado un desgaste emocional y psicológico para ellos y su familia. “Jamás vamos a ocupar el entrenamiento para hacer el mal, jamás”, exaltó Mike.

La disolución del grupo élite

Eran las 10:00 de la mañana del 8 de enero, el jefe de la subdirección de Áreas Especializada, comisionado Mauricio Antonio Arriaza Chicas llegó a la base del GRP.

Mike y Kevin estaban descansando en una de las habitaciones de la base, cuando de repente hicieron el llamado a formación, ya que Arriaza Chicas tenía un importante mensaje. “Van a ser trasladados", informó. Palabras que para algunos no fue sorpresa y que fue el inicio de la debacle de la unidad policial. 

Uno de ellos mencionó que el día que fueron notificados, un buen grupo de miembros de la Sección Táctica Operativa (STO) vigilaban a los alrededores de la base con el objetivo de sofocar algún levantamiento por parte de los agentes del GRP.

No fue así, los agentes aceptaron con resignación la decisión que bajó de los altos mando de policía, tras el señalamiento de la sociedad por la fiesta navideña donde hubo alcohol en la sede del GRP y que tuvo un trágico desenlace con el ataque y la desaparición de la agente Carla Ayala. 

Durante ese periodo, los más de 100 agentes que conformaban el GRP iban a ser llamados para pasar diversas pruebas psicológicas y físicas que determinarían la permanencia o no dentro de grupo. Sin embargo, pasaron los meses y solo se hicieron dos exámenes (psicológico y polígrafo), pero los análisis físicos, médicos y de tiro no se hicieron.

Para ser miembro del GRP, se deben pasar varios meses de extenuante de formación, donde son puestos a duras pruebas que requieren de mucha habilidad física y mental; así como realizar pruebas y asignaturas que, de no ser aprobadas, automáticamente se pierde la oportunidad de ser parte de la misma. Entre las disciplinas que deben pasar están la toma de instalaciones, movimientos tácticos, resistencia a gases químicos, traslado de reos peligrosos, entre otras.

“Imagínese todo lo que cuesta formar un GRP y nos botan así. La experiencia que la gente antigua tenía les importó poco”, enfatizó Mike, con un tono de molestia e indignación.

Los más de 100 agentes han sido preparados para intervenir en situaciones donde los otros grupos de la PNC no pueden proceder, es decir, son la alternativa en situaciones de crisis y están al nivel de fuerzas especiales de reacción inmediata de los Estados Unidos.

Ya se estaba preparando la desarticulación

A Mike y a Kevin no les pareció nada extraño el anuncio de la disolución del GRP porque meses antes ciertos movimientos dentro del grupo daban muestra de lo que estaba por suceder.

Sobrecarga de trabajo, falta de equipo especializado y el desinterés de la dirección de la PNC, comandada por Howard Cotto, son algunos de los tantos factores que amarraron y provocaron su disolución, aseguran. “No era tan sencillo depurarlo. Es una mafia, y hay muchas más preguntas que respuestas y hay algo bien oscuro”, dice Kevin con un tono de desconfianza.

Por su parte, Mike señaló que los vehículos que ocupaban para realizar los patrullajes estaban a punto de terminar su vida útil, recuerda que la institución compró una flota nueva, pero ninguna unidad fue para el GRP lo que provocó falta de operatividad del grupo.

Ambos agentes dicen que la sobrecarga de trabajo era un mecanismo para desesperarlos y que en varias ocasiones las jornadas laborales se extendían cinco días seguidos sin descanso hasta la semana siguiente.

Señalan que hasta el momento han “sido respetuosos” del reglamento interno de la policía y solicitan “crear espacios y nos den los derechos que nos corresponden” enfatizó uno de ellos.

Ahora esperan que sus puestos de trabajo tengan las mismas remuneraciones que antes, así como la integridad de sus vidas. “Tienen el espacio para reivindicarse”, señalaron.

Howard Cotto, director de la PNC, presentó el pasado 14 de febrero la nueva unidad élite de reacción la PNC, que fusiona a las Fuerzas Especializadas de Reacción El Salvador (FES) y el Grupo de Operaciones Policiales Especiales (GOPES), que ahora sustituye al GRP, en el que Cotto reiteró no había ningún miembro de la extinta unidad de élite. 

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